Homenaje a M.ª José Sánchez García
Mientras escribo unas palabras de cariño y recuerdo hacia mi prima escucho «Somewhere over the rainbow» («En algún lugar sobre el arco iris»), es curiosa la coincidencia.
Hospitales, quimioterapias, madrugones, transfusiones, pruebas médicas... así han sido tus últimos cuatro años de vida de los 55 que tenías, pero también rodeada de mucho apoyo y de muchas manos que te han sujetado durante todo este tiempo y hasta el último momento de tu vida. Tu presencia unida a toda mi vida, sobre todo a mi infancia, tardes jugando frente a tu casa, meriendas de tortilla de patata y llámpares que tu madre cocinaba muy ricas...
¿Lo mejor? Que casi hasta el último momento pudiste llevar una vida casi normal y sin demasiado dolor y las ganas de luchar que pusiste hasta el último aliento de tu vida que se te escapó la noche del 15 de marzo poco antes de las doce. Todo servía con tal de curarse, cualquier tratamiento por agresivo que fuera, por experimental que fuera. Nuestra última conversación más personal... hace 19 días, una noche que fui a pasar contigo al hospital, todos éramos conscientes de la gravedad de la situación, creo que tú también, pero cuando vimos que parecía que remontabas casi nos convenciste de que ésta no era tu última batalla. Por desgracia, los médicos no se equivocaron demasiado con el pronóstico, un ejemplo más de que luchar con uñas y dientes no siempre es sinónimo de ganar, pero te puedes ir orgullosa de todo lo que nos has enseñado: coraje de vivir y nunca rendirse.
La noche de l5 de marzo adelantaste tu cita con la Dama Oscura y cambiaste de plano casi sin darte cuenta, porque gracias a los avances médicos de hoy en día nadie, o casi nadie, sufre para morirse, fue en tu casa, rodeada de tu familia, esos días hizo un tiempo de invierno, el cielo llovía a mares como si llorara por tu ausencia que, apenas después de unos días, ya pesa, pero yo creo que hoy en el cielo luce un sol más bonito que nunca por la suerte que tiene de gozar con tu presencia. Dales un abrazo a tus padres que seguro que te han recibido con dolor, pero con los brazos abiertos. Se te quiere, prima. Un beso.
Quiero terminar este escrito agradeciendo al Servicio de Oncología del Hospital Central de Asturias el trato recibido, y especialmente al doctor Lacave por el gran interés que puso en el caso de M.ª José y por sus palabras cariñosas después de su fallecimiento, y enviar muchos ánimos y todo mi cariño y agradecimiento a todos sus familiares de Quevedo y de San Jorge y muy en especial a su hijo Alfredo. Y como despedida me gustaría añadir un poema de Auden. Para ti, guapa:
«Parad los relojes, descolgad el teléfono, / prevenir el ladrido del perro con un jugoso hueso, / silenciad los pianos y, con apagado tambor, / el ataúd sacad y a las plañideras avisad. / Que los aviones den vueltas en señal de luto / y n el cielo escriban el mensaje: «Ella ha muerto». / Poned en los blancos cuellos de las palomas un crespón, / que los guardias lleven guantes negros. / Ya no quiero las estrellas: apagadlas todas. / Envolved la Luna, desmantelad el Sol. / Vaciad los océanos. Los bosques arrasad. / Porque ya nunca nada podrá acabar bien».
María Victoria Sánchez Pérez
Avilés
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