Condenados al progreso
Los héroes de Fukushima se afanan. Estamos abocados a un único, igualitario e inevitable destino común. Nuestro motivo para vivir debería ser la ética: nuestra defendible y personal libertad para desarrollar capacidades y procurar tanto el bien general como el propio.
Lucy y sus compañeras comieron algún fruto y, envenenadas por no sé qué radiación cósmica, sufrieron una mutación genética pasando a procrear fetos que, desnudos e indefensos, debían ser cogidos en brazos. Cuando llegaba el peligro, no pudiendo encaramarse a los árboles, se encaminaban erguidas sobre sus cuartos traseros a refugiarse en los claros del bosque ocultas por la alta hierba, mientras, algún macho irrelevante, se lanzaba al ruedo a torear y entretener a los tigres diente de sable dejando en evidencia, de esta forma, al dominante. Avandonaron los claros del bosque y se adentraron en la pradera: nómadas, bípedos ocupados de su desvalida progenie, no tenían más remedio que progresar y poblar la Tierra: la primera globalización.
No fue fácil progresar y llegar hasta aquí. Hubo mucho por lo que luchar, y aún hay que luchar por la ética todos los días, y hasta el final. No valen atajos y falsos pragmatismos. No vale parecer ser buenos unos años (o malos poniendo cara de buenos lo justo para ser elegidos) y proveerse así de pensiones de privilegio. Los imprescindibles son los otros, los del día a día sin privilegios: el panadero que madruga sin faltar un día y nos hace el pan caliente para el desayuno inundándonos de olor la calle, el operario, el diseñador de futuros, el funcionario, el desempleado..., o ese amigo de infancia que se resiste ante el cáncer en busca de un sonriente amanecer aunque se le humedezcan los ojos al ver a unos niños jugando. Esos son los imprescindibles: los que nos enseñan a resistir el día a día sin privilegios ni falsas promesas.
El progreso es necesario, necesitamos avanzar. Ahora tenemos una crisis brutal no sólo por la industrialización y esa globalización tecnológica de TICs, robotización, y procesos automatizados, sino por el nulo avance social y por la aún más apabullante falta de ética. Antes hubo otras crisis, y ésta no será la última si tenemos éxito con nuestra conducta ética. Busquemos pues la libertad (la que se da a los otros, no la que se posee mientras se esclaviza a los demás), busquemos la igualdad (esa que nos hace desiguales a todos pero que nos procura la misma libertad para las oportunidades: una misma sonrisa y un mismo llanto) y, por supuesto, busquemos la fraternidad (esa que se practica con la entrega de la libertad y el respeto de la igualdad con el prójimo).
En cuanto a este apetecible progreso en Asturias y en España aún nos falta mucho por progresar. En lo referente a la industria piensen que corría el año 1956 cuando Newberg, W. C. Presidente de la Division Chrysler Corporation dijo: «Las leyes económicas de la automatización son brutales pero simples. Se llaman: automatizar o morir (automate or die)». Y eso que aún no había aparecido la masiva robotización de robots fabricando robots, ni las fabricas sin luz totalmente automatizadas produciendo riqueza a partir de la información de las cotizaciones en bolsa recibidas vía internet, que no por las necesidades reales de la Humanidad. Ahora, 55 años después, ¿cuál es el nivel de automatización y robotización de Asturias y España? (Por el nivel de la ética prefiero no preguntar teniendo en cuenta que cuando Adam Schaff nos dijo en 1987 aquello de que «el obrero ha muerto», no le quisieron escuchar aquellos que le habían traído para escucharle. Y eso que era marxista).
Necesitamos una clase política que, estando bien informada, nos insufle optimismo sin falsas promesas. Butch Cassidy, cuando un timorato Sundance Kid le confiesa que no sabe nadar estando al borde de un precipicio con un tumultuoso torrente en el fondo, le contesta: «¡pero tu crees que vamos a llegar vivos abajo!». Estos personajes siendo lo que eran, tenían valor. ¿Quién nos convertirá en héroes para lanzarnos al turbulento progreso y salir a flote ahogándonos lo indispensable y por igual?
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