Apoyamos a nuestro amigo del Amor de Dios
Mi nombre es Borja Hevia, nacido en la ciudad de Oviedo el 4 de febrero de 1988, de 23 años, natural del barrio de Pumarín aunque inmigrante en el barrio de Teatinos desde hace ya más de una década; toco la gaita asturiana, me gusta el cine y salir con mis amigos, pero lo más importante ahora mismo no es dónde nací, ni dónde resido, ni qué años tengo, ni cuáles son mis aficiones: lo más importante es que soy ex alumno y amigo de la comunidad educativa del Amor de Dios.
Si mal no recuerdo, empecé mis estudios en el Colegio Amor de Dios de Oviedo a la edad de 4 años, y desde ese momento en que me puse por primera vez el mandilón azul hasta que me gradué en el año 2006, jamás, jamás se ha dudado de la honestidad de la persona que hoy está siendo juzgada, a mi parecer, injustamente.
Lo conozco desde que era bien pequeño. En cuanto comenzó a trabajar en el colegio pasó a ser una persona querida y admirada, ganándose poco a poco el cariño y el respeto de todos, desde el niño de párvulos hasta el chaval que ese año de su llegada al Centro iba a graduarse.
Aunque todos le conozcamos como el jardinero, su trabajo iba más allá de arreglar las hortensias del jardín. Él tenía la solución a todo: si fallaba un radiador, él se metía en las calderas del famoso patio cubierto y purgaba los radiadores; si nos cargábamos un cristal, él lo cambiaba; si se fundía un fluorescente, él lo sustituía; si se te embarca el balón en el puente, él subía y te lo bajaba. Para todo le necesitábamos.
Todas estas tareas y muchísimas más son las que supongo que está obligado a realizar por contrato, pero lo que también hace, y muy bien, es ser uno más del centro. No es ni profe, ni alumno, ni director, ni secretario, pero lo que sí es y será siempre, es uno más. Y digo que es uno más porque, aparte de ocuparse de su labor, también te riñe cuando haces el gamberro, te obliga a amigarte con tu compañero de pelea, te defiende ante los mayores que te quitan el balón, habla contigo de fútbol y te pregunta qué tal van esos exámenes. A su lado te creías importante. Yo tuve el honor de ser uno de sus ayudantes de obra (como decíamos) y eso no era más que llevar su carretillo después de salir del comedor y echarle una mano en su pequeño taller, que para nosotros era igual que el de McGiver.
Lo adorábamos y estoy seguro de que lo siguen adorando. Es una bella persona incapaz de hacer daño a nadie; y menos a los niños. Es muy querido; no hay más que ver todo el apoyo que está teniendo tanto de alumnos, ex alumnos, profesores y toda la Institución. Sólo tengo palabras de agradecimiento hacia él.
A través de este escrito solamente quiero pedir justicia. Entiendo que se quiera y deba proteger a una menor; entiendo que existe una ley que cumplir y que los cuerpos de seguridad hacen su trabajo. Pero también pido, por favor, que se haga justicia, pues toda es historia es invención de alguien y no sería justo que se manchara la imagen de este honrado trabajador y que los culpables no pagaran por ello.
Sin más, mando todo mi apoyo para él y toda su familia. Quiero que sepas que todos estamos contigo y que confiamos en que esta situación se solucione lo antes posible.
Sabemos que vives un momento muy difícil y que desgraciadamente no lo olvidarás nunca, pero continúa con la cabeza bien alta y no cambies nunca porque el Amor de Dios de Oviedo y su gente te necesitan.
Justicia sí, pero para todos.
Borja Hevia
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