Caos en urgencias del Hospital Central
De todos es sabido que acudir a urgencias del Hospital Central de Asturias supone una media de 3-4 horas como mínimo, debido al colapso que hay, bien porque nos lo han contado o por noticias cercanas; pero la cosa cambia cuando te toca directamente. Esto sucedió el pasado martes, día 17: llego a urgencias, con un volante urgente del centro de salud, a las 17.45. Tras un período de treinta minutos, me hacen un análisis de sangre y orina, y me dicen que hasta obtener los resultados no me pueden dar nada para el dolor. Acudía con un dolor de cólico, con lo que ello conlleva. Me acomodan en un sofá, de lo cual no me puedo quejar ya que tuve suerte, puesto que había camillas, gente sentada en sillas convencionales, gente en sillas de ruedas y demás acomodada en los pasillos, ya que no tenían sitio para todos. Tras un período de seis horas y media aguantando el dolor, me dicen que los análisis, y cito textualmente, «se habrán bebido la orina en laboratorio, porque no aparece», y que deben repetir el análisis con una nueva muestra. Mi asombro es máximo: ¿cómo no se molestaron en reclamar los análisis primero?, ¿cómo pueden tener a una persona aguantando dolores sin ningún tipo de calmante durante más de seis horas para decirle luego que han perdido los análisis y que los hay que repetir? Lo simpático no es sólo eso, es que a las 00:30 de la noche me repiten los análisis y una hora más tarde me dicen de nuevo que no han realizado la prueba que debían... que se habrán olvidado... ¡no puede ser! Lo único que puedo decir a favor, y estar agradecida, es de la atención prestada por parte de la doctora Mirta, del turno de noche, que fue la única que se molestó por los pacientes que estábamos allí, ya que había gente que llevaba más de catorce horas sentada en una silla. Dicha doctora me llevó personalmente a hacer las pruebas que me faltaban, porque no había celadores y únicamente había una enfermera para todo el servicio. Mi aventura en urgencias finalizó al día siguiente, a las 12.00 de la mañana, pero seguro que aún había gente vagando por los pasillos. Es cierto que en ocasiones se acude a los servicios de urgencias sin ser urgente y esto colapsa el sistema, pero también es cierto que no se puede estar únicamente con una enfermera, con los celadores no se sabe dónde y con unos residentes de primer año que no saben ni por dónde coger la patología que presenta cada paciente. No sé si esta carta servirá de algo, pero pongo de manifiesto la impotencia que tenemos ante casos como el mío, que no hay manera de reclamar ni de poner ninguna queja. Insisto en mi agradecimiento a la doctora Mirta, que además fue la única que se disculpó reiteradamente por el trato que se me había dado.
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