El ciudadano político
El descontento hacia la política es algo notable en los tiempos que corren. En gran medida los culpables de esta situación son los políticos que nos gobiernan o por quienes nos hemos dejado gobernar. Esto ha causado el alejamiento de la ciudadanía respecto a los políticos.
Ha causado el efecto contrario del que se debería haber dado realmente. Cuando estamos en desacuerdo con algo de nuestro entorno cercano, hacemos todo lo posible para cambiar esa circunstancia, pero en este caso no ha sucedido así. Quizás porque el ciudadano ve imposible cambiar las cosas, porque se ha desvirtuado de tal forma la democracia actual el caso es que la práctica no tiene nada que ver con la teoría. Se han generado una serie de castas, una serie de familias que han hecho que solo ciertos personajes sean los que nos puedan dar la solución. Esto es lo de que desde las altas esferas nos han querido transmitir. Pero lo cierto es que el término democracia significa soberanía del pueblo y lo que debe primar es el interés general y la voluntad del pueblo.
En esta línea los jóvenes tenemos que ser un puntal para apoyar a aquellas personas que ceden sus conocimientos (o participar nosotros, involucrándonos en la política) para construir un país mejor. No nos olvidemos que nosotros, los jóvenes, somos los que vamos a tener que vivir, educarnos, formarnos, desarrollarnos y trabajar en ese entorno. Partimos de un punto cero y tenemos que trazar una línea llamada vida. Cuanto mejor constituido este ese entorno en el que navega esa línea, más felices seremos y más estilizada estará esa línea. Si por el contrario compartimos un entorno destruido y poco estable la línea se volverá discontinua.
La política tiene que ser un instrumento para construir un país y no para dar cobijo a una serie de arribistas que quieran hacer de ella una carrera profesional. La política es nuestra, es de los ciudadanos, y por ello debemos ser quienes decidamos.
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