Exigir responsabilidades
Portugal ya ha caído, ¿será España la siguiente ficha del dominó? Es muy probable, porque la inflación crece ya por encima del 4%, las previsiones del propio Gobierno del porcentaje de desempleados para este año se acercan al 20%, queda por ver cómo se va a tapar el agujero de las cajas de ahorros y en este contexto de enfriamiento de la economía va a ser muy difícil reducir el déficit que exige la UE. No echemos toda la culpa a los mercados, es decir, al capitalismo internacional metido a especulador a costa de los estados que no han hecho bien sus deberes, aquí mismo, no lejos de nuestras casas están los que, con su irresponsabilidad y su villanía, nos han traído hasta aquí, han puesto al país y a sus ciudadanos contra las cuerdas.
Según la última encuesta del CIS, otra vez los políticos salen muy mal parados, cada vez más los españoles creen que son un lastre para nuestro futuro. Esto es terrible, porque el desprestigio de la democracia, de los partidos políticos y de los cargos públicos no puede traer nada bueno, pero esos individuos y esas organizaciones se lo han ganado a pulso.
Había un acuerdo tácito entre la ciudadanía y los dirigentes políticos que consistía en que cuando un gobierno no lo hacía bien se le castigaba en las urnas. Desde la transición esto funcionó en España, como funcionaba en todos los países democráticos. Incluso cuando algunas actuaciones de nuestros gobernantes fueron claramente delictivas, el paso por las urnas lo lavaba casi todo y con pasar una temporada en la dulce oposición asunto concluido y pelillos a la mar. Este compromiso puede cambiar porque algunas de las decisiones que han tomado los partidos políticos y sus responsables han derivado en graves consecuencias para la vida cotidiana de la gente, cambiando en muchísimos casos, drásticamente, su calidad de vida y la de sus hijos. Lo peor, lo que más irrita a los ciudadanos, no es que los políticos hayan sido unos incompetentes, que también, sino que nos hayan mentido y sigan haciéndolo con total impunidad. ¿Ya ha visto usted el recibo de la luz de este mes, ese que no iba a subir porque una cosa se compensaba con otra?, es la enésima mentira de estos sinvergüenzas.
El ejercicio de la mentira es algo que sólo puede hacer el Homo sapiens, el resto de animales sólo puede utilizar la simulación y el engaño, porque mentir es un recurso del lenguaje complejo. Durante mucho tiempo la mentira estuvo restringida y no se utilizaba salvo en situaciones límite (no hablamos de las mentirijillas) porque descubrir que alguien faltaba a sabiendas a la verdad dejaba al protagonista de la falacia en muy mal lugar e iba contra el honor. Pero hace tiempo que se ha prescindido de algunos valores que la ética consideraba inamovibles, los que se han creído que el mundo les pertenece los consideran antiguallas. Los representantes del pueblo que han jurado defender la Constitución (muchos deberían volver a leerla) no pueden mentirnos con el aplomo que lo hacen y salir impunes, sin castigo, mucho menos cuando sus decisiones, como hemos dicho, nos afectan tan gravemente. Las tomaduras de pelo y la mofa exceden el compromiso que los ciudadanos tienen con quienes los gobierna. La Justicia, el último recurso que nos queda, debería tomar buena nota y actuar.
Una vez puestos en su lugar los farsantes, también va llegando la hora de pedir cuentas a los que, con su pésima gestión, han dejado el país hecho unos zorros. ¿Quién va a pagar la factura de la reconversión bancaria y del rescate de las cajas de ahorros?, ¿dónde diantres estaba el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, tan dado a pedir recortes contra los trabajadores y darnos consejos siempre al estilo purga de Benito, cuando la banca pública prestaba dinero sin suficientes garantías? Son muchos los que no se pueden ir de rositas con la que está cayendo y no es suficiente con que se marchen a su casa a disfrutar de un dorado retiro.
O los ciudadanos nos ponemos las pilas y exigimos responsabilidades o esta gentuza nos comerá vivos.
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