A espada

16 de Abril del 2011 - Juan Antonio Sáenz de Rodrigáñez Maldonado. (Luarca)

Hesíodo. Allá, entre el 639 y el 559, los habitantes de Ática dirimen los asuntos sociales y políticos a espada. Conflictos en el seno de una misma clase social, como los existentes en la aristocracia, y entre clases, como los que enfrentan al demos con los arrendadores de las tierras de cultivo y pasto, enlutan a madres y esposas.

Hombres bicéfalos, de débil fe en Themis (Costumbre) y Dike (Justicia) y llevados de la conveniencia, han traído a Medusa al ágora. Darcón, su primer sumo sacerdote, en la convicción de que igualdad ante la ley e igualdad de hecho es una y la misma cosa, da asiento en la magistratura a los cuatrocientos uno, cuyo único mérito acreditado es haber sido elegidos por sorteo. Mas la Gorgona a todos tiene confundidos y presos de la inestabilidad política.

En este estado de cosas, Solón llega a la magistratura como arconte elegido. Debe mediar entre dos frentes: los que defienden la propiedad, unos, y los que quieren que se reparta la tierra y buscan la fortuna mediante el saqueo, los otros. En la toma de posesión del cargo, el nuevo rey pone en conocimiento de sus conciudadanos la necesidad de dar nacimiento a un nuevo orden bajo el manto protector de Dike. Solón es consciente de que, durante su arcontado, deberá enfrentarse a Hybris (Desmesura), la que gobierna el Consejo y anida, de siempre, en el corazón de los hombres; de que es ella la causa de la guerra civil, la indigencia, la indefensión ante el mal interior o frente amenazas externas.

Solón es sabedor de que la mayor amenaza que se cierne sobre la Ciudad viene de Até (Disensión). De ella nace la ambición de poder y, por ella, es el cruce de espadas entre los miembros nobles (Eupátridas) del Consejo y quienes, en sus enfrentamientos, implican a los ciudadanos de la Polis en una guerra de todos contra todos. Sólo la escrupulosa observancia de las leyes -declara el nuevo arconte- hará posible la convivencia política.

Mas es el caso que Solón tiene al diablo en casa. (La pasta de la que está hecho el hombre no es la misma que la que Yahvéh Dios empleó en los querubines). Hombres bicéfalos, miembros de la aristocracia, atraídos por el cetro, enarbolan las pretensiones de la muchedumbre de exoneración de las deudas privadas y públicas (seichteia) y de reparto de la tierra.

El esfuerzo de Solón se encamina a que impere la sensatez. Lleva a cabo reformas que garantizan la propiedad privada, de forma que los que >. Sin embargo, no se sabe resistir a la conveniencia que imponen las circunstancias, y da acogida en la Asamblea -órgano de control sobre el Areópago- y en los tribunales de justicia a gente proclive al desafuero y cuya acreditación es el haber sido elegido por sorteo.

El esfuerzo de Sólon no da los frutos esparados. Al terminar su arcontado, continúan los enfrentamientos violentos por la conquista del poder entre los tres bandos: los que más tenían que perder, emprendedores industriales y el sector vinculado al comercio marítimo, conforman el grupo moderado; la aristocracia de abolengo y terrateniente, acaudillada por Licurgo es de tendencia oligárquica; y la tercera facción formada por nobles arruinados, pequeños agricultores y metecos, dirigidos por Pisístrato, es la más radical. El hecho es que esta gente de la admirada Ática no entiende sus días y sus noches, también, sin el ruido de las espadas. (Nada que no nos sea conocido. En nuestra España del siglo XX, durante la Segunda República, las calles se llenaron de pistoleros, y el hemiciclo parlamentario de políticos irresponsables, incluso algunos golpistas. Estas circunstancias configuraron el escenario de nuestra Guerra Civil Española entre populistas golpistas, en un frente, y los de la fe en el orden, en el otro. Todavía hoy, los del culto a Sabino y prosélitos del materialismo histórico a hierro matan).

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