Una de ranas y sapos
Recordatorio. Las tortugas pueden decirnos más acerca de los caminos que las liebres.
Hace breves fechas, L. M. Arce decía en su «Reloj de la naturaleza» que «los coros de ranas comunes no cesaban con su croar audibles a cualquier hora del día y de la noche, notificando el inicio del período de reproducción de esta especie, casi endémica de la península Ibérica. Entre los variados sonidos que emiten, hay algunos de atracción sexual y otros que sirven para delimitar los territorios», nos documentaba Arce. Al respecto, este escribidor recuerda una de sapos. Verbigracia, un día de verano, uno de ellos les dijo a sus compañeros: «Mucho me temo que la gente que vive en aquella casa esté molesta con nuestros cantos». Y callaron durante más de 71 horas seguidas. «Algo desastroso debe de estar a punto de ocurrir porque los sapos llevan mucho tiempo sin cantar...». Amables lectores, ayer cuando tecleábamos este «Primer café» (14.03 horas) quedamos a la espera del único «cantar» que todos aguardamos. Entendido, ¿verdad? Despedida y cierre. Érase una vez. Nos vamos a comer...
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