¿Qué hace una capilla en la Universidad?
Este pequeño escrito se refiere a esa situación vergonzosa que algunos estudiantes han protagonizado recientemente en la capilla de la Universidad Complutense, y en alguna otra Universidad española.
La verdad es que yo no le doy mucha importancia y tampoco pretendo enfrentarme con ellos y mucho menos con palabras altisonantes. Lo que sí quiero es comentar las palabras del rector magnífico de esta alta institución académica respecto al asunto que nos ocupa. Dice el rector: «¿Qué hace una capilla en la Universidad? Si hay una capilla, en estos tiempos, ¿por qué no hay una sinagoga o una mezquita, o cualquier otro oratorio disponible también para otras ideas o confesiones?».
Le voy a contestar con brevedad. Usted sabe de sobra que las primeras universidades tuvieron su origen en las escuelas conventuales y catedralicias, y que la mayoría fueron fundadas por eclesiásticos, en especial por papas y obispos. Este es el caso de las universidades de la Edad Media y de la época renacentista entre las que figuran, a modo de ejemplo, Bolonia, París, Oxford, Cambridge, Coímbra, Lovaina, Salamanca, Madrid, incluida la de Oviedo.
¿Cómo se puede hablar hoy tanto del «plan Bolonia» sin conocer los orígenes de la primera Universidad europea fundada por clérigos?
¿Cómo se puede hablar del programa «Erasmus» sin conocer a este importante humanista y teólogo cristiano?
¿Cómo se puede hablar de la beca Comenius sin tener noticias de este gran pedagogo, teólogo y obispo católico?
Señor rector: en Europa, en América y en otras partes del mundo no se puede hablar de nada relevante sin tener como referente la cristiandad. Mire, suprimir las capillas de dichas universidades, de la suya en particular, es tanto como entrar en una vivienda, expulsar al dueño y quitarle los bienes que más aprecia.
Sigue usted preguntándose: «¿Por qué si hay una capilla no puede haber una sinagoga o una mezquita?». Mire, déjese de comparaciones ridículas. El cristianismo, para empezar, no es ninguna religión. Su doctrina y enseñanzas están básicamente orientadas a fomentar la convivencia y el bienestar de todos los ciudadanos sin distinción alguna a través del amor. En cambio, el judaísmo y el Islam, a veces con principios y comportamientos extraños, viven más bien pendientes de lo que va a pasar en la otra vida. El mismo Jesús no entiende que creamos en Dios, a quien jamás hemos visto, y sin embargo pasemos de largo ante el prójimo a quien vemos a diario.
No entiendo que un hombre como usted, me imagino que culto, pueda ignorar lo que estoy diciendo y que carezca del más elemental sentido común.
Finalmente, si me lo permite este periódico, que tantas opciones me está dando para expresar mis ideas, le diré que sin un sentido cristiano es imposible ser un buen político, un buen profesional y, en general, un buen ciudadano.
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