Todos, podemos, pero sólo uno a uno podemos
Y es que si se tienen, vamos para cincuenta millones, de garbanzos, tres cuartas partes no ejercen y la cuarta parte restante la componen los que manipulan y los que se dejan manipular, ¡a dónde vamos a parar! Con esta cuarta parte en los platillos, el fiel de la balanza no se va a mover porque unos miles de garbanzos lo hagan.
Una tendencia no significa un cambio, es sólo eso, una tendencia. Y cuando la balanza está trucada, como es el caso, evidentemente, con pasar los garbanzos del platillo más pesado para el más liviano no es suficiente; hay que cambiar la balanza, no queda otra.
Si 22 años de cárcel pesan más que 2500 años de sentencia y 22 muertos y absurdos similares no son ocasionales sino constantes -, ¿qué se puede pensar de un pueblo que, ante semejante aberración, no salta como un resorte para coger la balanza y lanzarla al crisol del alto horno más cercano?
Pues eso. Y para mayor INRI resulta que es el pueblo el que tiene el poder, pero en vez de ejercerlo para crear una forma de gobierno justa en su forma, su tamaño y, sobre todo, en su ejecutoria, se lo entrega, ¡sin condicionantes! a una caterva de indeseables plenipotenciarios que se cagan en la justicia y la equidad mientras viven rumbosos las penurias de quienes les dan el rumbo.
Y se sabe: No tiene la culpa el ciego sino quien le da el garrote.
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