Simplemente ley de partidos
La ley de partidos aprobada en el Gobierno de Aznar marca claramente las bases que entre todos fijamos y establecemos para la legalización de partidos de la izquierda aberzale. ¿Debiéramos haber dejado plasmadas demostraciones, evidencias, explicaciones y confirmaciones más convincentes a la hora de que un partido así se pudiera presentar a las elecciones? Posiblemente, pero para cualquier demócrata convencido, no se le pueden ir añadiendo a las leyes, sin reformarlas previamente, artículos que no contemplan.
En un Estado de derecho quienes tienen que manejar los resortes, gobernar y juzgar tienen que apartar por completo prejuicios, pasiones, arbitrariedades y calenturientas venganzas mentales. Si según algunos, debiéramos hacer caso a nuestros instintos de represalia, pagar con la misma moneda a quienes se comportan fuera de la ley, estaríamos ya no en un sistema que mal que bien hemos elegido como el que mejor reparte justicia para todos, más bien retrocediendo a siglos pasados, al ojo por ojo, diente por diente.
Cuando se habla de revanchas, resarcimiento a las víctimas (¿cómo se hace eso?, solamente sería posible devolviendo vidas) con cuarentenas, saltándonos los articulados de la ley, estamos cometiendo un flaco favor a nuestra defensa del sistema democrático, donde la coherencia, seriedad, fundamento e imparcialidad tiene que estar presente a la hora de interpretar y aplicar las leyes.
Muchos piden hasta la pena de muerte, ¿quién es capaz de repartir justicia terminal sin pensarse que podría haberse equivocado, errado? Y un error así no tiene reparación posible.
Los mismos que ahora dicen, dijeron y defendieron cosas diferentes, lo que antes era movimiento de liberación, aun cometiendo distorsiones y asesinatos, alguno muy recordado como el de Blanco, incluso se acercaron y liberaron presos, alguno incluso volvió a asesinar después de puesto en libertad ahora con un proceso en marcha, donde no hay atentados y donde los que eran movimiento de liberación, cuando estaban de verdad en plena distorsión, ahora que se adaptan a la ley que les exigíamos, y quieren dejar las armas, ustedes dicen que son asesinos y son ETA antes eran unos santos, serían generosos, no contemplaban la derrota de ETA, ni habría vencedores ni vencidos y por supuesto todo lo que ahora es colaboración con banda armada antes era simplemente conformar una buena atmósfera. Ustedes mismos.
Algo huele mal, algunos casi desean que Zapatero no logre acabar en esta legislatura con ETA, eso daría un plus de valor a una parte de la política de este Gobierno, pensemos solamente que cuando entró Zapatero el terrorismo estaba entre las preocupaciones más importantes de los ciudadanos, ahora ya no aparece entre las primeras intranquilidades, ¿para ustedes eso no es un éxito importante de Zapatero y Rubalcaba?
Yo prefiero a estos haciendo política que con las pistolas en la cartuchera. Lo de vencedores y vencidos sigue pareciéndome otra trampa antidemocrática. ¿Por qué no se dejó articulado en la ley ese apartado que ahora todos quieren añadir sin estar recogido?
Llevamos muchos años, demasiados diría yo, de dolor, miedos, muerte y sobre todo en el País Vasco un sin vivir de muchas personas, sin poder decir y ser tal como desearan, ahora que estamos cerca del fin, ¿por qué algunos pretenden retardar y alargar el proceso?
¿Qué perdemos porque ellos estén en la política, en vez de extorsionando a ciudadanos? Cuando no cumplan lo que marca la ley se les retira toda atribución y privilegio parlamentario y se les mete en la cárcel.
Para muchas personas toda cuestión tiene sólo dos puntos de vista: el equivocado y el nuestro.
Por ello algunas opiniones siguen manteniendo una clara demagogia partidista, con la repetitiva y cansina sospecha de que todo lo que no gira a su favor está pervertido. Barruntan, amasan y vislumbran que jueces, fiscales y gobierno se unen a favor de ETA, dicen respetar los magistrados, pero seguidamente los ponen en cuarentena y no se libra ni el Tribunal Supremo.
Aplicado a la Sra. I. G. F. puede rezar lo que quiera, pero Dios no está para alimentar odios.
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