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La derechización del mundo

16 de Abril del 2011 - J. Jesús J. Suárez González (Gijón)

Hace pocos días escribíamos sobre el peligro que supone para Europa la derechización de Francia, donde incluso puede acabar de presidenta la hija de Le Pen, y comentábamos que la intervención de la OTAN en la Guerra de Libia, donde los galos son los protagonistas indiscutibles, es un efecto de esa causa. Pero, lo que está sucediendo en el país vecino no es, en absoluto, un fenómeno extraño, una singularidad, al contrario, es un ejemplo más de lo que, desde hace tiempo, está viviendo el mundo.

Cuando cayó el Muro de Berlín y se desmoronó el Bloque Socialista, el capitalismo cantó victoria, no solo eso, algunos dijeron que se había acabado la Historia y que, a partir de ahora, reinaría el pensamiento único. Ya no habría ninguna alternativa a la filosofía política triunfante, como mucho se podrían introducir ligeros matices. Los regímenes del Este, dirigidos por partidos comunistas, mientras existieron, no solo fueron un contrapoder estratégico desde el punto de vista militar, también eran un referente para la izquierda. Aunque algunos partidos comunistas importantes, como el francés, el italiano y el español, se habían enfrentado a la dictadura soviética, en el fondo compartían la misma doctrina, el marxismo. Mientras estos movimientos tuvieron fuerza política y sindical, los partidos socialdemócratas no pudieron derechizarse demasiado y el capital no campaba totalmente a sus anchas. Cuando los triunfadores tuvieron el camino expedito, creció la Globalización y, con ella, la especulación financiera, de las materias primas y los alimentos, como diría Lenin, la zorra tenía completa libertad en el gallinero. Como todas las cosas cuando se llevan al extremo, la cuerda se tensó demasiado, se pasaron de listos y estalló la crisis. Aquellos mismos políticos, banqueros, grandes empresarios, etc, que jugaron con el dinero y las vidas de la gente como si fueran de su propiedad, y que la cagaron, son los mismos que ahora nos dan las recetas para salir de la crisis, llaman reformas a los recortes sociales y quieren convencernos que cuanto peor lo pasemos, menos ganemos, mas tarde nos jubilemos y mas caros tengamos los bienes y servicios, será mucho mejor para todos. Pero ese monstruo es insaciable y todos los días necesita alimentarse con el sudor y el sufrimiento de los ciudadanos para alimentar sus contradicciones. Los partidos socialdemócratas están completamente desprestigiados porque han dado la vuelta, como a un calcetín, a sus principios y a sus programas y porque continuamente mienten a los ciudadanos para justificarse, pero también los partidos de la derecha civilizada han perdido influencia porque son igualmente incapaces de dar respuesta al problema de la sobreproducción y al inexistente control sobre los mercados y los especuladores. Es decir, la gente tiene la percepción de que nadie va a sacarlos de la crisis.

En este caldo de cultivo, como sucedió en los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, crece la extrema derecha, con su discurso oportunista, antes contra los judíos, ahora contra los inmigrantes, antes contra los comunistas, ahora contra los progresistas, siempre contra el Estado si ellos no lo usufructúan. La serpiente nunca fue totalmente decapitada y ya busca otra oportunidad para llevar a la humanidad nuevamente al desastre.

El próximo año habrá elecciones presidenciales en EE UU y Obama no va a tener que vérselas contra el Partido Republicano que todos conocemos sino contra algunos de sus dirigentes encuadrados en el Tea Party o mediatizados por él. Este movimiento tiene todos los ingredientes típicos de la ultraderecha, populismo e iniciativas para dar rienda suelta a las vísceras, justo lo que los desencantados y cabreados necesitan. Quizá no ganen, pero no importa si pueden imponer sus tesis.

Si no aparece otra vez un contrapoder, si la izquierda continúa ejecutando las políticas neoconservadoras, si no recupera el Norte, la derechización del mundo nos hará llorar a todos.

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