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Al alcalde de Cudillero

19 de Abril del 2011 - Diego Ribeira López (Cudillero)

Veo que últimamente está usted muy preocupado por el significado que la Academia da a la palabra rural. Al parecer, tras 20 años en el gobierno, ha recordado que hay un concepto, una idea, que se simboliza gráficamente mediante esa palabra. Pero claro, usted no tiene idea de lo que esa palabra significa, y no es de extrañar. Bien lo confirma el estado de abandono en que ha dejado al entorno rural durante todo su mandato; la manipulación y la presión que ejerce su Ayuntamiento sobre las decisiones que se toman en las juntas parroquiales, montes comunales y entidades locales.

Y de pronto se preguntó: ¿qué significará rural? Cuando leyó lo que el diccionario traía no le gustó en absoluto, lo cual es entendible teniendo en cuenta que usted leyó lo que quería leer, aquello que le daría letra para proponer un debate absurdo que al menos desviaría la atención de la gente durante unos días, dejando a un lado otros problemas más graves que ocurren en el municipio. Pero no leyó la primera acepción, la más importante, la que dice perteneciente o relativo a la vida del campo y a sus labores. Y se la ha saltado porque es precisamente la que menos le interesa.

Por si usted no lo sabe, esa fue la primera acepción de la palabra y así se ha mantenido siempre hasta hoy. En los años veinte, la Academia, vaya a saber por qué, decidió añadir esa segunda acepción que a usted no le ha gustado. Esto, digamos, es anecdótico, lo menos importante. Lo verdaderamente importante es algo que también desconoce: la lengua la hacen las personas, no la Academia, mucho menos un alcalde. Es el pueblo el que legitima las acepciones, las pronunciaciones, la ortografía. El resto no son más que propuestas. Si nadie se ha quejado hasta ahora de que exista esa acepción en la palabra rural, es porque ha pasado inadvertida, porque durante todos estos años los usuarios de la lengua hemos mantenido en vigor el primer significado, dándole la espalda al segundo, por más Academia que lo diga.

Nadie piensa hoy día que un entorno rural es un entorno inculto, ni que el turismo rural es el que hace gente inculta. Conozco gente de pueblo, gente de campo, que es más culta (si por culto entendemos leído, que no deja de ser una inexactitud) que otros muchos que presumen de ser cosmopolitas. Nadie en Cudillero será inculto porque sea habitante de una zona rural. Será inculto si no lee, si no se informa, si no aprovecha las curiosidades culturales que tienen las bibliotecas, las iglesias, los monumentos, las fotografías antiguas, los relatos de los más ancianos. Así que no se esfuerce en generar controversias si los mismos usuarios de la lengua no se han interesado nunca en generarlas.

Si lo que ocurre es que no puede controlar su ansia de sillón, sepa que quedan tres sillones libres en la RAE y que uno de ellos lleva la letra E de engaño. Estoy seguro de que ese le interesará. Pero recuerde que nadie mínimamente culto haría la propuesta que usted ha hecho, porque sabría que la dinámica lingüística es caprichosa y no siempre se adapta a los condicionamientos de unos pocos; porque ante todo sabría que la acepción que usted critica no es de uso popular. Y no lo haría ni en un entorno urbano ni en uno rural, que lo sepa. En todo caso, lo que su propuesta delata no es que usted sea inculto porque es rural. Ser rural significa pertenecer al campo, con toda la vasta cultura que siempre hubo y habrá en él. Usted es inculto a pesar de ser rural.

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