Indignante, ¡qué falta de humanidad!
Me disponía a coger mi coche situado en la zona de Llamaquique en Oviedo, después de pasar el día con mi hijo por Oviedo. Llego al sitio y veo que el coche no está, se lo había llevado la grúa porque el tique del parking se había caducado. Me voy en taxi a recogerlo al depósito y me dicen que para retirarlo tengo que pagar el porte de la grúa, que son 70 euros. En esos momentos no tenía el dinero y nunca llevo tarjetas. Les digo a los municipales si me pueden dejar dinero y al dueño del depósito, todos miran para arriba, nadie quiere ayudarme. El dueño del depósito me dice que sin conocerme me deja 10 euros para que coja el ALSA y me vaya a mi casa (Avilés) con mi hijo de 1 año y le digo que si me puede dejar 20, que es lo que me falta para retirar el coche, ya que sólo llevaba encima 50 y me contesta que no, porque no me conoce de nada. Me sonó como si se estuviera quedando conmigo. Llamo a la Policía y me dan el número de teléfono de Servicios Sociales. Pensé que quizás ellos me podrían dejar 20 euros, ya que iba conmigo un bebé. El teléfono sólo responde por las mañanas, nadie me quería ayudar, ni los municipales, ni los del depósito. Así que la única solución que me quedó es ir a pedir dinero a la calle, entré en el centro social La Argañosa y muy amablemente la presidenta me dejó el dinero que me faltaba. Me parece una falta de humanidad sumamente indignante que hoy en día en Oviedo nadie te pueda dejar 20 míseros euros a pesar de que les dices que llevas un bebé que tiene que comer, que es de noche, que hace frío, que no te puedes recorrer más de 30 kilómetros en transporte público con un bebé, con sillita y bolsas solamente porque te faltan 20 euros. ¡Qué falta de caballerosidad! (porque los que estaban allí eran todos hombres), ¡qué falta de humanidad! al ver a una madre con su bebé llorando por la situación tan surrealista que estaba viviendo de que nadie era capaz de decir: sí, claro, faltaría más, venga muchachos: vamos entre todos a poner un poco para ayudar a esta madre y que saque el coche del depósito y se pueda ir a su casa en su coche. Pues no, tuvo que ser una amable jubilada la que me diera el dinero porque ningún hombre en activo fue capaz de hacerlo. Llegué a casa llorando, no por el dinero, ni porque me tuve que poner a pedir, sino por la vergüenza ajena que me dieron esos hombres y de la pena que sentí por ellos porque deben tener una alma muy pobre para no ser capaces de ayudar a una madre en apuros. Sólo le pido a Dios que los tenga en su gloria porque muy mal lo deben de estar pasando en todos los aspectos para no ser capaces de ayudar, ¿será por la crisis?, ¿es que se iban a arruinar por 20 euros?. Gracias a la señora del centro social que me dejó el dinero.
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