Sobre la llegada de la luz
A decir verdad no me ha sorprendido leer de nuevo lo que en anterior ocasión y con idéntico propósito –loar a Franco–, ha publicado este pasado 13 de abril el señor Alonso Sádaba, presidente de la Hermandad de Defensores de Oviedo. ¿«Dónde está la victoria»?, tal titulaba en este mismo periódico su aserto propio de los años de gloria y victoria y cuyo temario, si no en su conjunto, sí en parte ya había sido propagado. O sea que ya había sido publicado y leído. Reincidir en los ecos gloriosos del pasado es, al parecer, apetencia reiterativa a fin de que, si no estamos enterados, lo estemos a base de machacar y de insistir en decir que si no hubiera sido Franco, España no existiría.
Sin embargo y sin ir más allá de un solo caso de los muchos que refiere el señor Alonso Sádaba, me permito aclararle acerca de uno de sus párrafos victoriosos: «La victoria está en la llegada de la luz a miles de pueblos que carecían de ella». (Eso, contando que en toda función si no se camina hacia delante o nos estancamos o vamos hacía atrás, y si fuera así se ignora en qué galaxia del pasado estaría tanta victoria.)
Permítame que le hable de un valle, el de Tiraña, el cual, al comienzo de la Guerra Civil, que a buen seguro sabe quién la originó, tenía el tendido eléctrico instalado con postes y cables por la mayoría del valle, desde San Pedro a los diversos pueblos donde algunos ya les había llegado la luz eléctrica, aunque muy precariamente. Terminó la guerra, y ¿se dotó de luz eléctrica a estos pueblos? Ni de broma. Lo que ocurrió fue todo lo contrario. Se arrancaron los postes y se llevaron los tendidos de cobre. O sea, que poca luz ante, pero con lo que llegó, reinó la oscuridad más absoluta.
Permítame que le diga, asimismo, que hasta la década del cincuenta al sesenta no fue instalada la luz en este valle, y para ello los vecinos tuvieron que aportar los postes, efectuar las tareas de plantado, ceder los terrenos gratuitamente, talar, sin ninguna compensación, los árboles de los bosques y castañedos, además de aportar cantidades de dinero para el coste del tendido. O sea, que sí, que la luz llegó, pero ya se ve cómo fue. Y cuándo y de qué modo. Entonces, ¿es para cantar tanta victoria?
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