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La soberanía de la inteligencia

13 de Mayo del 2011 - Juan Carlos Rodríguez Castedo

Ahora que en Asturias parece que se está poniendo tan de moda el volver a las referencias, pensamientos, usos y costumbres políticas decimonónicas y de principios del siglo pasado por parte de algunos de los principales protagonistas de nuestra vida política, parece apropiado revisar algunas de estas referencias –que no propuestas– y aportar, como ciudadanos, nuestro pequeño granito de arena.

En el ámbito de la derecha política parece, en primer lugar, haber irrumpido con fuerza un discurso regeneracionista, entendiéndolo en su versión más clásica, es decir, la voluntad de realizar transformaciones políticas, económicas y sociales desde el pesimismo y la autoafirmación pseudonacionalista. Frases como recuperar el orgullo de ser asturianos, procedentes del señor Álvarez-Cascos, o la misma negación del correcto funcionamiento del sistema, tan aireada por el señor Morales en su defensa de un cambio de la ley Electoral hacia un nuevo modelo fundamentado en las listas abiertas, así como la mutua promoción del fulanismo político, las teorías de la conspiración, la existencia de supuestos bipartidismos pactados, caciquismos, etcétera, son claros ejemplos de este tipo de actitudes regeneracionistas.

Subtítulo: Otra propuesta del siglo XIX para la Asturias del siglo XXI

En el lado de la izquierda, sus dirigentes siguen siendo conscientes, promotores y cómplices de la persistencia cultural de un voto de base eminentemente ideológica, más propio de nuestras conflictivas primeras décadas del siglo pasado que del momento histórico, social y cultural que actualmente vivimos. La demonización del adversario y el regreso arraigado, automático y, probablemente en muchos de los casos inconsciente, a la mitología de la lucha social, al que viene la derecha y los tristemente famosos dóberman, forman parte de esa dialéctica social protomarxista, olvidada en la práctica, pero tan recurrente a la hora de movilizar un electorado cautivo que poco o nada sabe de las verdaderas propuestas y programas políticos en que se condensan y –lo que es más grave–, el grado de cumplimento de todas estas promesas por parte de unos partidos que siguen funcionando de cara a sus electores como los partidos de masas que fueron antaño. Esa nostalgia calculada, a medida que vayamos acercándonos al día D del 22 de mayo, se irá haciendo, con toda seguridad, cada vez más presente en el discurso de estas formaciones.

En Reconstruir Asturias consideramos que este tipo de actitudes y discursos no deberían estar presentes en esta próxima campaña electoral que estamos a punto de presenciar. Es más, creemos firmemente que la principal prioridad de los partidos que van concurrir a las elecciones debe ser, en todo momento, los ciudadanos y su conocimiento de las propuestas que cada uno legítimamente defienda. Cualquier tipo de avance debe partir de una mentalidad optimista y positiva.

En el Club Prensa de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, los candidatos del Partido Popular e Izquierda Unida, Pilar Fernández Pardo y Jorge Espina, nos sorprendieron gratamente al confrontar públicamente y de forma abierta y valiente sus distintas ideas y programas electorales de cara a todos los ciudadanos gijoneses que quisieran conocerlos. Este es un ejemplo de cómo hacer política en el siglo XXI. Falta conocer por qué faltaron a ese debate los candidatos del PSOE y de Foro Asturias. Supongo que cada uno es libre de elegir su forma de hacer política.

Ya que, por lo visto, algunos parecen dispuestos a mantener el arraigo a este tipo de posiciones, nosotros, como ciudadanos, hemos creído necesario participar del mismo juego: a principios del siglo XIX, Donoso Cortés, en su defensa velada del sufragio censitario, defendió la soberanía de la inteligencia, es decir, que sólo votaran los más preparados. Nosotros hemos adaptado este concepto a los nuevos tiempos y proponemos la soberanía del ciudadano informado e inteligente, o, a las malas, la «soberanía del ciudadano listo», tan listo, al menos, como algunos de estos señores que aún piensan que pueden movilizar el voto de los asturianos como si fuéramos borregos.

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