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Los suelos más fértiles de Asturias, en peligro

30 de Abril del 2011 - Jesús Fernández Fernández (Villanueva de Santo Adriano)

En mi pueblo, Villanueva de Santo Adriano, el actual alcalde estaba empeñado en hacer un puente, cuyo acceso iba a atravesar una de nuestras vegas más fértiles, destruyéndola en parte y, además, con la intención de convertir el resto en terreno urbanizable. Afortunadamente, la obra no se ha llegado a ejecutar. Aparte del gasto desproporcionado que suponía (invertir más de un millón de euros para construir una infraestructura que no utilizaríamos más de 10 personas habitualmente), lo grave del asunto es la ligereza con la que los políticos de mira corta (esos que buscan siempre las soluciones técnicas más chapuceras, facilonas y oportunistas, que entre otras cosas no piensan más allá de los próximos comicios), deciden destruir los suelos más fértiles de Asturias. Ahora quieren también construirnos una Estación Depuradora de Aguas Residuales en otra de estas ricas vegas ribereñas. Siempre con el mismo argumento: una idea totalmente atrasada de qué significa el progreso, según la cual avanzar es construir, construir y construir, aunque se trate de obras claramente innecesarias.

Durante los años 2007 y 2008 se produjo una crisis alimentaria global, que dejó desabastecidos a muchos países subdesarrollados e incrementó considerablemente los precios de algunos productos en el resto de economías. Una de las causas de esta crisis es el aumento de la demanda de estos bienes de consumo en algunos estados emergentes, que como China están en permanente crecimiento. Parece, según ha dicho el presidente del Banco Mundial, que esta crisis podría mantenerse al menos hasta el año 2015, implicando subidas constantes de precios, y sin saber además si en el futuro se puede agravar. Todo esto debería hacernos reflexionar sobre el tipo de políticas de gestión de los recursos locales que están llevando a cabo personas carentes de la sensibilidad y visión a largo plazo necesarias para plantearse este tipo de problemas. ¿Qué ocurriría si los precios de los productos agrícolas siguen subiendo y se alcanza un punto en que no puedan adquirirse? Ya hemos visto a lo largo de la historia los inconvenientes que han generado, por ejemplo, las crisis energéticas, especialmente a los países que son dependientes. La solución adoptada por muchas economías frente a estos problemas fue disponer de reservas estratégicas, como el petróleo en EE UU o el carbón en España. Recientemente se ha reabierto el debate sobre la necesidad de mantener las minas activas, a pesar del coste que supone, pues si se cierran, se inundan, y si en algún momento de desabastecimiento energético es necesario reabrirlas, sería costosísimo hacerlo. Pero éste es sólo un ejemplo de lo que ocurre si se aplican políticas de corto recorrido a problemas que requieren de más amplia perspectiva; donde quiero poner de nuevo el acento es en nuestros suelos cultivables. Preguntaba antes qué ocurriría si los precios de los alimentos siguen subiendo: pues sencillamente habría que volver a cultivar, al ser más barata la producción que la importación. Ahora bien, ¿dónde?, si los terrenos apropiados para ello están ocupados por polígonos industriales vacíos, chalés, circunvalaciones y obras innecesarias a todas luces. La respuesta es tan sencilla como dramática, tendríamos un problema muy grave de abastecimiento de alimentos. Las crisis alimentarias son un hecho, y el crecimiento sostenido de algunas economías emergentes podría agravarlas. Me parece fundamental que los suelos más productivos de Asturias sean considerados una reserva estratégica tan importante o más que cualquier otra (a fin de cuentas sin carbón se puede vivir, pero no sin alimentos). La miopía de nuestra clase política local está poniendo en riesgo estos espacios, que creo que deberían ser rigurosamente protegidos de la especulación inmobiliaria (pan de hoy y hambre para mañana, como hemos visto) y de las políticas de corta mira. Reivindiquemos su valor, no sólo económico, sino ecológico y cultural, y no destruyamos nuestros recursos gratuitamente y en aras de una idea de progreso mal entendida, pues algún día podríamos estar en la situación de necesitarlos.

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