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Debilitada economía familiar

7 de Mayo del 2011 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Suma y sigue. Y llueve sobre mojado. Las recientes subidas de las hipotecas, las gasolinas, el gas natural y los alimentos, que parecen no tener freno, rezuman sobre las de la luz, cuya última y muy crecida alza se aplicó el primero de enero de este mismo año en un 9,8 por ciento, por lo que se abren muchas grietas en las economías domésticas afectadas desde hace un tiempo por la moderación salarial, la congelación de las pensiones y la cifra de parados, que sigue in crescendo. Por todo ello, cada vez hay mayor número de hogares agobiados, y parece que el panorama que se observa sólo puede ir a peor.

Alrededor de las diversas energías del hogar nos han montado tal superestructura que acabará por ahogar muchas economías familiares, que ya han empezado a mosquearse cuando a la hora de la cena unas autorizadas vocecitas femeninas a través de la radio y/o televisión invitan a la ciudadanía a cambiar de compañía telefónica o eléctrica. Amplia es la pregunta de por qué será.

Inicialmente, han sido la leña y el carbón, para seguir con la electricidad y el gas, en sus genuinas versiones, las que sigan siendo nuestros compañeros de viaje por la vida familiar: transformar la materia prima en alimento apetecible, calentarnos con el frío y refrescarnos con el calor. Concretamente, hoy, el gas más que una necesidad básica en los hogares, por pujanza de su precio, se ha convertido en un tormento parecido a una cámara de exterminio. Y con la electricidad pasa algo comparable: ahora se paga en un mes lo que antes en dos. Pura falacia, esto de pagar por lo virtual que te hace echar de menos la bombona de butano, ya que se abonaba únicamente lo que consumías más la propina del butanero, sí, aunque te expusieras en alguna ocasión a quedarte aterido en la ducha ese día frío de invierno en que el nivel de la bombona daba solo para sostener encendida la titubeante llama del calentador y era festivo.

Y con el teléfono han hecho, igualmente, lo que han querido, este servicio venía cumpliendo su primitiva misión: poner en comunicación a las personas que se encontraban a larga distancia a un precio asequible. Pero a eso, que debería seguir siendo la esencia de esta prestación, le han cambiado de nombre y casi de función. Te cobran tanto por las conferencias al pariente que vive en Almería como por las veces que llamas a tu mujer diciéndole que vaya echando el arroz, que ya subes cuando termines de aparcar.

Todo esto hace que te sientas un ciudadano defraudado y hasta estafado que piensa que la energía no se destruye, sólo se transforma. Y de qué manera queda transformada en la factura inflada de euros a pagar, amén del «impertinente» impuesto del IVA.

Como pobre explicación, digamos que España es el quinto país europeo con los costes más caros en las energías del hogar. Por ello, nos planteamos la pregunta de si habrá alguna solución positiva el día que cambie de manos el Gobierno de la nación. Hombre, por el bien del número de familias medio asfixiadas económicamente que hay en el país, que es exagerado, esperamos que sí.

Pues, además, que sea pronto.

José Antonio Gutiérrez González

Piedras Blancas

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