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Trabajar y estudiar, misión imposible en la Universidad de Oviedo

15 de Mayo del 2011 - Rosa González Alperi (Asturias)

El pasado año me matriculé en el nuevo grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos de la Universidad de Oviedo, elegí el turno de tarde porque, además de estudiar, trabajo en una empresa. Durante las primeras clases conocí a otras personas que, al igual que yo, y con gran esfuerzo, compatibilizaban trabajo y estudio, unas, por mejorar su desarrollo profesional, otras, para conseguir un empleo mejor, y algunas, porque necesitaban trabajar para pagarse los estudios. Es una titulación que tradicionalmente eligen muchas personas que trabajan y no es posible estudiarla a distancia por la UNED.

A pesar de las dificultades propias de nuestra situación: largos desplazamientos desde el centro de trabajo, comer en media hora para llegar a clase, renunciar a la familia, entre otras, con los primeros exámenes semestrales llegaron las notas, en general buenas, a pesar de que el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior o «plan Bolonia», en un alarde de innovación, considera la mera asistencia a clase como parte de la nota, con lo cual quien no puede asistir a todas las clases no podrá obtener la máxima calificación, aunque realice un examen perfecto. Esto no favorece en absoluto la situación de los que compatibilizamos trabajo y estudio, pero ya lo sabíamos y lo asumimos como parte de las reglas del juego. Pero lo que no sabíamos era que para el próximo curso la Universidad pretende suprimir el turno de la tarde, con la justificación de que no hay suficientes alumnos y se opta por el de la mañana. No lo sabíamos porque nadie nos dijo que la opción de tarde era únicamente para el primer curso y por ello nos sentimos engañados. De tal manera que podemos estudiar asignaturas en inglés, cursar parte de la carrera en el extranjero con becas «Erasmus», pero no podemos trabajar y estudiar a la vez.

Como no podemos dejar el trabajo, por razones evidentes, tendremos que dejar los estudios. Muchos trabajamos mañana y tarde, algunos sólo por las mañanas, pero un único turno de clases por la mañana es mucho más difícil de compatibilizar con el trabajo y en la mayoría de los casos nos resultaría imposible seguir unos estudios ya iniciados, con asignaturas aprobadas que no nos servirán para nada. No entiendo muy bien que interés tiene la Universidad en publicitar en su web los programas de acceso para mayores de 45 años y para mayores de 40 con experiencia profesional, ¿acaso espera la Universidad que las empresas les permitan ausentarse todas las mañanas para asistir a las clases? Con los tiempos que corren dudo bastante que esto suceda.

El motivo de fondo me imagino que serán los recortes económicos que deben asumir la Universidad y el Gobierno del Principado de Asturias con la tradicional excusa de la crisis económica. Pero seguro que a más de uno se le ocurre un buen número de gastos inútiles de ambas instituciones, que si se suprimieran podrían permitirnos el acceso a la Universidad a los asturianos que cometemos el pecado de querer estudiar y trabajar. Porque, para mayor escarnio, nosotros, como todos los trabajadores, pagamos impuestos que sirven para que los estudiantes normales puedan seguir asistiendo a las clases que nosotros tenemos que abandonar y para pagar los salarios de los gestores y los políticos de tan respetables instituciones que nos cercenan el derecho a la Educación Superior.

¿A alguien le extraña que en España haya muchos jóvenes (llamados generación ni-ni) que ni estudian ni trabajan? Comprobando cómo nos tratan a los que intentamos hacer lo contrario, no me extraña en absoluto. Mis reflexiones son: ¿se premia el esfuerzo?, ¿se facilita la formación a lo largo de toda la vida laboral?, ¿se ponen los medios para que la Universidad se abra a las empresas?, ¿qué valores se fomentan en esta sociedad? La experiencia, aunque corta, ha sido bonita, me he encontrado con unos buenos profesores que comprenden perfectamente nuestra situación, aunque nada pueden hacer por remediarla. Es curioso que en pleno siglo XXI haya barreras tan absurdas pero tan difíciles de traspasar.

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