El Instituto de La Corredoria y mi hijo
En primer lugar les quiero felicitar por su buen hacer día a día y a continuación les narro los motivos que me han llevado a escribir esta carta. Soy el padre de un adolescente que cursa sus estudios en el Instituto de La Corredoria. El otro día me llaman para que vaya a hablar con el director. Me dice que le tiene que expulsar un mes del centro. Los motivos son los siguientes: coger dos manómetros de los extintores, coger del bolso de la profesora dos bolígrafos, desenchufar ordenadores en clase de tecnología, 15 expulsiones de clase por hablar e interrumpir la misma. Vaya por delante que no soy el típico padre que defiende a su hijo a capa y espada. Todo lo contrario, sé que no está bien lo que hizo. Todos los días cenamos juntos y siempre trato de hacerle comprender los valores de la vida, el respeto, la honradez, la responsabilidad. Nunca ha ido a ningún sitio donde no sepa yo con quién y dónde está. Su madre le ayuda todos los días con sus trabajos en el poco tiempo que tiene. Hace tiempo lo llevamos a una buena psicóloga. Le diagnosticaron hiperactividad, problemas de concentración y una mentalidad no acorde con su edad. Se dio conocimiento a dicho centro de la situación, con los correspondientes informes y maneras de actuar para tal caso, comprometiéndose a actuar según correspondiera, enseñarle métodos de estudio como visuales, técnicas de concentración, seguimiento especial, etc. Todo quedó en meras palabras. Lo más fácil es expulsarlo un mes. No digo que no mereciera la expulsión, pero un mes me parece una auténtica barbaridad. Ahora me lo tengo yo que llevar a mi negocio todos los días. No me importa, es mi hijo y voy a luchar por él mientras viva. Por cierto, en el barrio todos me dicen que es un trasto pero que es muy noble y cariñoso. Los niños más pequeños quieren jugar con él y a sus abuelos cada vez que los ve los estruja a abrazos, lo que me demuestra que tiene buenos sentimientos. Creo que pocos chicos con 15 años tienen ahora esos sentimientos, solo le falta madurar un poco. De lo demás me encargo yo.
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