La vida misma
Félix Richard
Recordatorio de recordatorios (bis). Algunos días no viene el ruiseñor; otros, dos veces.
¡Ay, ya no tenemos en casa a ningún renacuajillo a quien sentar sobre nuestras rodillas ni acurrucar en nuestro regazo! Recuerdos, recuerdos anidados en lo profundo del corazón. ¿Acaso ley de vida?, que se dice. Pues menuda caca de ley. Años atrás (no muchos) por unas playas serenas y preciosas; por unas deliciosas campiñas frondosas, venga a corretear sin cesar, venga a escondernos y a oír unas vocecillas cantarinas repitiendo, repitiendo, repitiendo «Tata, Teté, abuela, abuelo, ¿dónde estáis?». La vida misma, sí: alegrías, tristezas... Amables lectores, ¿verdad que sí? Ocho de la tarde de ayer. Despedida y cierre. Érase una vez.
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