La sopa del poeta
-Argentina fue una vez España y Cuba y Portugal. Y nadie perdió nada, sino que todos ganamos, cuando dejaron de serlo. Nos lo recuerda José Luis García Martín en LA NUEVA ESPAÑA del 01.05.11. ¿Simple recordatorio de la pérdida del imperio? Bastante más o mucho menos; según se mire. Pues no evoca el escritor esas pérdidas en el contexto de la Generación del 98, sino que las trae a cuento de la legalización de BILDU.
¿Porque el Pisuerga pasa por Valladolid? Porque vienen muy a cuento para enunciar en forma poética y didáctica el axioma básico de la progresía española: -De España, cuanto menos mejor. Los españoles salimos ganando cada vez que España pierde. De ahí que nuestros progres (en esto, muy coherentes) sean pronacionalistas y antinacionales. Lean, si no están convencidos, lo que escribe García Martín en el párrafo siguiente: -Redondea tu perfil de estadista, amigo Zapatero, ahora que estás a punto de entrar en la historia, y da un puñetazo en la mesa (). Más vale honra sin gobierno que gobierno sin honra. Deja de ser rehén de la extrema derecha, quítate del cuello la soga del pacto antiterrorista.
Si no se escribe así por cachondeo, es que eso se ha escrito muy en serio. Por eso produce risa y grima al mismo tiempo. Que el perfil del estadista fuera oval (redondea tu perfil) ya lo sabíamos; lo que ignorábamos algunos es que ZP fuera estadista. Como ignorábamos que estuviera a punto de entrar en la historia, por la sencilla razón de que no nos habían dicho que la historia es esa urbanización hortera, en la periferia de León, donde la pareja ZP - Sonsoles ya tiene su parcela. Esta vez ha habido suerte; el Tribunal Constitucional, que para eso le pagan, le quitó del cuello al amigo estadista de García Martín la cuerda del pacto antiterrorista; a cambio, le cuelga al pueblo español la ominosa cadena del proceso de paz. Para que sigamos haciendo de puta y pagándoles la cama a los separatistas. Esos que, si te mueves, te matan (pero que si nos dejamos y pagamos, a lo mejor se conforman con jodernos). Más morbo imposible.
Brillante victoria del derecho y del progreso. España sin gobierno, sin barcos y sin honra. Cataluña con su estatuto por detrás de la Constitución, el País Vasco con su BILDU por encima de la ley. Cataluña fue una vez España, y también Euzkadi. Y nadie perdió nada, sino que todos ganamos, cuando dejaron de serlo. Empiezo a sospechar que los progres puede que tengan razón. Muchos españoles argüirán que el País Vasco y Cataluña son España; españoles, esos, de la extrema derecha. No pocos vascos y catalanes (la mitad o más) se consideran españoles; vascos y catalanes, esos, de la derecha extrema (que diría José Blanco, el de la hormigonera de Fomento, que en estos temas afina tanto y más que García Martín, el escritor).
De extrema derecha los Ordóñez, los Mújica Herzog, los Buesa, los Redondo; de extrema derecha Miguel Ángel Blanco, María San Gil; a Mayor Oreja lo han hecho de extrema derecha más per forza que per amore, pues de los cinco amigos del centro-derecha, en la famosa foto, los cuatro que Mayor tenía a su izquierda los mató ETA (ese vivero de gente de paz y de progreso, Otegui, Josu Ternera, De Juana, Troitiño). Lo progre (queda dicho) es ser antinacional y pronacionalista; lo progre es cantar victoria cada vez que España pierde. De imperios hablamos al principio; el de Roma empezó con Augusto y terminó con Augústulo. No hay poder sin chantre; si Augusto tuvo sus poetas (Horacio y Virgilio fueron bates áulicos), los augústulos tendrán los suyos (cada cosa, en proporción y medida). Pero si García Martín toma la Moncloa por el Capitolio, no es porque venga del pueblo; Aldeanueva del Camino es mayor, sin comparación, que el caserío donde se crió y vive el que aquí suscribe. Pero uno, ay, no es poeta; es rural en el sentido bruto del término. José Luis García Martín, en cambio, además de tener amigos estadistas que entran en la historia muy redondos, es hombre de letras. Como la sopa (las ideas son otra cosa).
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