La Nueva España » Cartas de los lectores » Centenario de Emilio Salgari

Centenario de Emilio Salgari

9 de Mayo del 2011 - Vicente Ignacio González Díaz (Oviedo)

El 25 de abril se cumplieron cien años de la muerte de Emilio Salgari, hecho que pasó en España totalmente desapercibido, no así en Italia. Hoy día nadie lo lee, pero eso nada dice en su menoscabo, pues tampoco se lee a Dante, por nombrar a otro italiano, a Cervantes o a Lope de Vega, salvo los alumnos de Bachillerato por imposición de los profesores.

Nació en Verona en 1862 y ningún novelista me hizo tan feliz en mi juventud como él. Me recuerdo leyendo sus novelas en la cama sin poder sustraerme de aquel raudal de acción trepidante. Se hacía tarde, daban más de la una, había que madrugar a las ocho, terminaba un capítulo y continuaba con el siguiente. Lamento no poder seguir disfrutándolo con la misma intensidad de mi infancia, aunque a veces lo intento, con dudoso éxito. Nadie como él para introducirnos en una tempestad por los mares de la Sonda o en una cueva de piratas infectada de pitones.

Salgari era un hombre de corta estatura, enormes bigotes enroscados hacia arriba y carácter agresivo. Casado muy enamorado con la actriz Ida Parazzi, sifilítica, alcohólica y ninfómana que sentía debilidad por los soldados en formación, a los que lanzaba besos desde la venta de su casa y más cosas que no vienen al caso. Terminó recluida en un hospital psiquiátrico. Tuvo con ella cuatro hijos, bautizados con nombres exóticos como los personajes de sus novelas. Fátima, Nadir, Romero, Omar. Salgari también bebía en demasía y consumía más de treinta cigarrillos en una jornada de trabajo, que podría ser de unas cuatro horas escribiendo continuadamente sin descanso. A continuación, bajaba al huerto de la casa y empezaba a cavar y a podar árboles mientras construía mentalmente el argumento de la novela hablando consigo mismo en voz alta; una vez conseguido el objetivo, regresaba a la casa a escribir otras tres o cuatro horas seguidas. Así era su método de trabajo.

Nos dejó ochenta novelas, traducidas en España por la editorial Calleja en los años veinte del siglo pasado y más de cien cuentos. Fue obligado por sus editores a escribir una novela cada dos meses y eran éstos quienes corregían los múltiples errores debidos a las premuras del tiempo: un muerto que vuelve a aparecer en la novela, confusión de nombres, etcétera. Utiliza guiones cortos y concisos parecidos a los cinematográficos, lo que le acerca a Karl May y le aleja del estilo más ampuloso de Julio Verne o del Capitán Marryat, por nombrar algunos autores de novelas de aventuras. Salgari nunca manifiesta su ideología, es imposible conocer su "pensamiento" por mucho que se le lea; sin embargo, toma marcada posición por España en "La capitana del Yucatán", sobre la guerra de Cuba, y en "Los horrores de Filipinas", al contrario que Julio Verne, que nos desprecia profundamente como evidencia en muchas novelas, por ejemplo, "Héctor Servadac", donde también deja patente su marcado antisemitismo.

En 1889 se suicida su padre. En 1911, Salgari se quita la vida abriéndose el vientre al estilo japonés con una navaja barbera. Su hijo Omar, que escribió novelas en colaboración con Luigi Motta, se suicida en 1963, y Romeo, en 1931. Fátima muere de tuberculosis a los 23 años. Antes de tomar la fatal decisión deja escritas tres misivas:

"A los directores de los periódicos de Turín: derrotado por los disgustos de todo género, reducido a la miseria, no obstante la ingente cantidad de trabajo realizado, con una esposa loca internada en el manicomio, suprimo mi vida. Cuento con cientos de millones de admiradores en toda Europa y hasta en América. Les ruego, señores editores, que abran una suscripción para sacar de la miseria a mi desgraciada familia. Con mi nombre debía esperarme una suerte muy distinta".

"A mis editores: a vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, sólo os pido que en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma".

"A mis hijos: soy un vencido. La locura de vuestra madre me ha partido el corazón y todas mis fuerzas. Yo espero que los millones de admiradores, a los que durante años he distraído e instruido, os saldrán al encuentro. Os dejo sólo 150 liras, más un crédito de 600 liras, que recogeréis de la señora Nusshaumar. Os dejo la dirección. Que me entierren como pobre, ya que estoy arruinado. Manteneos buenos y honestos, y pensad, en cuanto podáis, en ayudar a vuestra madre. Os besa a todos, con el corazón sangrando, vuestro desgraciado padre".

"Los misterios de la jungla negra", primera novela del ciclo de Sandokán, nos deja en ascuas: "Se retiraron ordenadamente; pero antes de abandonar el inmenso subterráneo vibró la terrible voz de Suyodhana que profería con acento amenazador: ¡Ahora partid!... ¡Nos volveremos a ver en la jungla!".

¡Imposible no comprar el libro siguiente para saber qué ocurriría en aquella jungla siniestra! Gracias, Salgari, por lo feliz que me has hecho.

Vicente Ignacio González Díaz

Oviedo

Cartas

Número de cartas: 45964

Número de cartas en Septiembre: 68

Tribunas

Número de tribunas: 2084

Número de tribunas en Septiembre: 6

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador