¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?
Ha alcanzado una importante resonancia nacional, la pregunta lanzada por el entrenador del Real Madrid tras el partido de Copa de Europa frente al Barcelona.
En plena campaña electoral, se pueden hacer también algunas preguntas sobre la actualidad política de nuestro país.
¿Por qué aplauden con tanto entusiasmo y flamean las banderitas de su partido los asistentes a los mítines electorales?
Seguro que no es porque hay casi cinco millones de parados, ni porque han reducido los sueldos a los funcionarios, ni porque han congelado las pensiones, ni porque han subido los impuestos, ni porque la inflación está descontrolada, ni... entonces ¿por qué aplauden? Es cosa de que un sociólogo nos lo explique, ya que la comprensión de estas actitudes no está al alcance de todo el mundo.
¿Por qué el PSOE considera inapropiado al sñor Rodríguez Zapatero para ser candidato a las elecciones del próximo año y, sin embargo, lo considera apto para seguir gobernando a los españoles un año mas?
Eso de considerar que los españoles en general pueden tener un presidente de Gobierno mediocre, pero que la élite del PSOE necesita personas de más valía para su candidatura, no es muy conveniente para los intereses nacionales, y sólo se puede entender desde el prisma de que al PSOE le importa mucho más el poder que la correcta administración de los intereses de España y de los españoles. Claro que seguro que un politólogo nos lo aclara con toda nitidez; pero mientras tanto la pregunta es obligada. ¿Por qué no convocan elecciones anticipadas? De seguir así, los diez meses que faltan para las elecciones generales se nos van a hacer muy largos.
¿Por qué se empeñan en decirnos que la inmensa mayoría de los políticos son honrados?
La «princesa del pueblo» exclamó en un programa de televisión: «Yo, por mi hija, mato». Y aunque la audiencia no se creyó que Belén Esteban podría llegar a cumplir su palabra, la expresión quedó ahí como un grito de defensa de la maternidad.
Menos idealistas parecen las intenciones de los políticos. Yo, por estar en las listas, renuncio a mis principios, miento, engaño a los electores, y lo que haga falta... es el pensamiento que se deduce de las manifestaciones, luchas internas, cambios de partido, a los que nos tiene habituados los candidatos a ser nuestros representantes, tal como hemos podido comprobar estos meses pasados.
Ese comportamiento, en mi conocimiento del idioma, es cualquier cosa menos honrado; así que podríamos expresar, dando la vuelta a la idea que nos quieren hacer creer sobre la honradez, que la inmensa mayoría de los políticos no son honrados. Pero seguro que los intelectuales nos justifican el comportamiento de estos señores, y nos aclaran que son honrados y que sólo los mueve el bien común cuando se degüellan por estar en las listas.
Podríamos seguir haciéndonos preguntas, pero éstas pueden ser suficientes para una primera reflexión.
En principio, mientras no me expliquen las dudas sobre las preguntas anteriores, mi intención de voto para las próximas elecciones es hacerlo en blanco, para que no se diga que no cumplo con mis deberes de ciudadano, y sí poder decírselo yo a mis futuros representantes cuando no cumplan con los mínimos exigidos a los hombres públicos (y a las mujeres, naturalmente).
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