El milagro económico de la era Aznar
Según parece, la visión retrospectiva de ZP sobre que una gran parte del problema económico que sufre nuestro país se lo debemos a los gobiernos de Aznar, está calando en la opinión pública. La gente se pregunta, nos preguntamos, si en los ocho años de mandato popular no se pudo hacer algo por liberar los sectores productivos nacionales y por ende el mercado laboral, de la enorme dependencia que éste tiene del sector inmobiliario. Lo cierto es que muy probablemente estos lodos sean hijos de aquellos polvos. Todos recordaremos que los gobiernos de Aznar fueron quienes vendieron las joyas del sector público, creando para ello un Consejo Consultivo de Privatizaciones con la misión de dar el visto bueno a la venta de las mejores y más productivas empresas públicas. Obviamente las deficitarias no tenían ni tienen cabida en el concepto empresarial Español, donde arrastramos la gran hipoteca histórica de la subvención y la especulación, lo que significa un empresariado adocenado a quien no le gusta el reto de la innovación, el desarrollo y la creación de puestos de trabajo, en definitiva, le trae al pairo el desarrollo económico del país. También recordaremos los nombres de quienes, ya privatizadas, gestionaron la riqueza de estas sociedades. Ejecutivos que en un principio estaban ligados al gobierno de Aznar por la amistad y las llamadas acciones de oro, pero que tardaron un suspiro en cortar ese cordón umbilical. Este fue uno de los grandes milagros económicos de Rodrigo Rato y Aznar. Así cualquiera.
El caso es que ya no tenemos nada que empeñar, a no ser el negocio de las Loterías y Apuestas del Estado que viene a ser la última joya que nos queda por tasar en un monte de piedad usurero que no permite su recuperación.
Otro de los milagros económicos de la era Aznar, tiene que ver con la entrada de nuestro país en la zona euro. Para lograr tal objetivo, los sucesivos gobiernos de don José María congelaron los salarios del funcionariado varios años. Este hecho real, a menudo es olvidado por el resto de la sociedad, no interesa recordarlo, parece que los funcionarios tenemos, en virtud de nuestra seguridad laboral, la obligación de sacar a España de todos los dilemas a los que nos conducen, tanto la clase política como los sectores financieros y empresariales. Ni siquiera Rodríguez Zapatero es capaz de reconocer electoralmente este eterno sacrificio del denostado funcionario. Claro, como él sobrepasó los límites de la derechona con el tijeretazo salarial a sus trabajadores, no puede hacer uso electoral de tal circunstancia.
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