¿Todo vale?
En estos días de publicaciones de planes de empleo municipales, y como marca la rutina de una desempleada, aparco mi compromiso electoral (menos mal que aún tenemos el privilegio de elegir y decidir si lo mismo de siempre es lo correcto o simplemente es siempre lo mismo) y comienzo mi búsqueda de empleo diaria.
Entonces, con asombro y sorpresa por no haber visto antes nada semejante, me encuentro la siguiente oferta de trabajo para un plan de empleo municipal: «Auxiliar de monitor de tiempo libre al 50% de la jornada».
Y entonces me cuestiono: ¿pero se puede contratar a gente para un plan de empleo al 50%? Si se supone que en los planes de empleo el sueldo es inferior al de un contrato normalizado, tratándose, pues, de media jornada y de un puesto de auxiliar para una profesión que ni yo, habiendo trabajado en ello, sabía que existía, ¿cuál será el sueldo de los «afortunados/as» que consigan sacar la plaza? ¿No es acaso esta oferta un nuevo contrato basura financiado por las arcas públicas? ¿Todo vale para pagar menos a la gente?
¿Qué será lo próximo? «Trabaja con nosotros y paga por tu trabajo. Y por supuesto, danos las gracias».
No sé si hemos llegado ya o estaremos a punto de hacerlo; de lo que estoy segura es de que vamos en el camino correcto a la esclavitud.
Y, tras todo esto, mucho peor aún es salir a la calle y escuchar diariamente en tertulias de bar que la juventud de hoy en día lo tuvo todo muy fácil y no tiene ganas de trabajar.
Sí, supongo que lo tuvimos todo fácil porque crecimos con comida en el plato y, en el caso de la Cuenca, con la mayoría de los padres con un trabajo estable gracias a la minería (digo padres porque hubo un entonces en el que en los hogares sólo entraba un sueldo, por costumbre machista y por falta de necesidad, pues con un salario se llegaba a fin de mes), pero... ¿Tiene que suponer eso que no sabemos valorar lo que tenemos? ¿Debemos aceptar cualquier condición a fin de aumentar nuestra cotización a la Seguridad Social, aun cuando no tenemos garantizada una pensión por jubilación?
Quizá tengamos que empezar a valorar qué estrecha línea separa lo digno de lo indigno y pararnos a pensar si realmente no la hemos cruzado ya o quiénes están a cada uno de sus lados. ¿Todo vale en tiempos de crisis?
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