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Tomé, en el recuerdo

17 de Mayo del 2011 - Heradio González Cano (Oviedo)

Sensiblemente emocionado, apesadumbrado, por la inesperada noticia luctuosa del fallecimiento de Agustín Tomé, persona cordial, campechana, me ha hecho memorar más de cuatro lustros atrás en el tiempo, cuando tuve la insospechada dicha de conocerlo, para después considerarlo un excelente amigo y ejemplar colega.

Nos conocimos en Casa Conrado, cuando el que esto escribe tenía el alto honor inmerecido de compartir los mediodías con una peña muy singular de prestigiosos y queridos magistrados, como don Eduardo Gota, que sería después notable presidente del Tribunal Superior de Justicia del Principado de Asturias, y don Gumersindo Carracedo, de grata memoria, entre otros, así como algunos distinguidos fiscales. Agustín no formaba parte «oficial» de los fraternos convivios, pero era aceptado cariñosamente cuando algunas veces, sin invite, se sumaba desinteresadamente, después de sonriente saludos, a los diversos y amenos coloquios, comentarios, que caben en cualquier «peña» entre copa y copa de buenos riojas, pero respetando siempre las opiniones, donde por cierto se hablaba prácticamente de política cero mucho y mucho menos de los que en ese entonces se dedicaban a ella, incluyendo al jurista leones-astur, de entre los presente, el más joven.

Pasaron los años, mientras tanto la impoluta amistad con el novel contertulio personalmente conmigo se fue aferrando y, cosa rara, nunca me hablaba de política a pesar de que saliera muchas veces en los diarios, aunque me constaba que era un sincero socialista; más de alguna vez leí sus enjundiosas escrituras, que, en cierto aspecto, me recordaban a mi querido e inolvidable amigo, verdadero comunista José María Laso... Cosa rara, porque los idealistas en cualquier parte del mundo, siempre pretenden sumar muchos adeptos; quizá porque sabía que su amigo era «hijo del exilio nicaragüense sandinista», no obstante, en otro importante aspecto, cierta vez, como profesionales del derecho, distendidamente me ofreció que laborara en su despacho, gesto que le agradecí enormemente, aunque nunca le complací en su noble e imparcial sugerencia.

No hace muchos días, por casualidad, nos encontramos en los bajos de Salesas»y, como otras veces, por mi modo de ser tan vehemente, en saludo nos abrazamos sin presentir que tal abrazo sería el último, como lo del casi apagado sonido de su voz otrora firme y en los tribunales elocuente... Me dijo: «Heradio... me estoy quedando mudo para siempre»... Siendo la única vez que vi arrugar su cara, como cerrando los ojos para ocultar su tristeza. Qué cosas de la vida: esa tarde, sin saberlo, me estaba vaticinando el fin de su juvenil existencia... Qué gran razón y apreciación de él, la vigorosa pluma del cronista de Llanes, poderoso escritor, Gracia Noriega (LA NUEVA ESPAÑA, 8 de mayor de 2011), etopéyicamente, entre otras semblanzas, nos retrata: Sí... «echaremos en falta a Agustín Tomé, una persona entrañable y maravillosa». Y, como una oración, estés donde estés, lee o escucha mis versos: «Los amigos verdaderos / que no volveremos a ver, / son parte ya de nuestro ser, / como del mar... marineros».

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