La Nueva España » Cartas de los lectores » Dicen que murió el raposu

Dicen que murió el raposu

16 de Mayo del 2011 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

Era inevitable que la ejecución de Bin Laden por el presidente Obama cogiera a la progresía con el pie cambiado. Si al menos lo hubiera matado Bush, la ocasión sería pintada para rasgarse las vestiduras clamando contra la barbarie imperial americana. Pero la progresía no puede hacerle el juego a la derecha, llevándole la contraria a un Zapatero que felicita a Obama, a una Chacón tan enfática que se diría que a Osama lo acaba de matar ella, con esas manitas recién salidas de una manicura de alto standing. Los que celebraron con champán o con lo que tenían a mano la matanza de Manhattan, ¿de dónde sacarían redaños para celebrar ahora la muerte de Bin Laden? Al contrario, era previsible que, muerto el perro, crecería la rabia.

Porque no nos hagamos los desentendidos; todos conocemos en nuestro entorno a gente que armó folixa y tuvo el regocijo bullicioso en centros escolares, en centros de salud, en ayuntamientos y en las barras de los bares cuando lo de las Torres Gemelas. Hasta hemos podido leer estos días, en LA NUEVA ESPAÑA, a un intelectual orgánico que nos informaba de que el 11-S seguía sin aclarar. Lerdos los americanos. El 11-M se aclaró aquí en un pispás; el tiempo justo de desaparecer las pruebas, que eran un montón de toneladas. El tiempo de Rubalcaba anudarse la corbata.

Al que mejor se le entiende es a Llamazares; el chico hizo medicina en Cuba, así que no se sabe si es de ciencias o de letras; pero matiza muy bien los detalles cuando le reprocha a Zapatero que apoye un asesinato extrajudicial. Se entiende que la alternativa hubiese sido un asesinato intrajudicial. O un proceso con todas las garantías, como el que los comunistas de Llamazares le hicieron a Andrés Nin. La última traza del proceso es que a Andrés le arrancaron la piel a tiras y, a partir de ahí, desaparece en el secreto del sumario y nunca más se supo; se supone que lo habrán pasado por la licuadora (pero el pobre Andrés no era terrorista como Osama o Troitiño, era un miliciano antiestalinista). O que le hubiesen aplicado a Bin Laden por lo menos el procedimiento abreviado que le acaban de aplicar, en la modélica Cuba, al opositor Wilfredo Soto, que sobrevivió dos días a una paliza en la cárcel, es decir, una paliza intrajudicial. Los comunistas son expertos en estos ajustes de democracia fina. Se tendrían que dedicar en exclusiva a elaborar programas de ética y de educación para la ciudadanía. Por desgracia, se dan casos de una pésima gestión de los recursos que los infrautiliza al encomendarles tareas inadecuadas, como las concejalías de obras y de urbanismo (cosa que ocurre aquí, en Parres, sin ir más lejos).

ZP, aunque no hizo medicina, sabe colocarse el fonendoscopio en el corazón para responderle al doctor Llamazares que también a él, a ZP, le habría gustado que Osama bin Laden hubiera respondido ante la justicia como todo terrorista. Como todo terrorista aquí, en España, donde los garzones del gobierno en seguida le hubieran buscado a Osama una madre dependiente a quien hacer la compra; o a una compañera sentimental para fecundarla in vitro. O en el peor de los casos, si Osama se declaraba en huelga de hambre, como ya era flacucho de por sí, no tardaría Rubalcaba en aparecer en el telediario susurrando con la mano sobre el pecho lo importante es que no se nos muera Laden (los corazones, por poco que sean de oro, tienen unas resonancias que es gloria el oírlas, ya sea por micro o por fonendoscopio). Trasladarían a Osama en helicóptero medicalizado a «Gipuzkoa» (así se escribe, más o menos, desde ahora por imperativo legal), donde el consejero de Salud lo recibiría con los brazos abiertos, no sin antes habernos tranquilizado dejando hablar al corazón: «Trataremos a Bin Laden con todo cariño. Eso. ¿Acaso Osama no ha matado tanto o más que nuestro De Juana?

El caso es que, con tanto corazón de oro progre, esta España bien parece una joyería antigua, de las de antes de la crisis. Qué marginado me siento entre tanta gente buena y fina. En mi condición de rural (que según el Diccionario es tanto como decir más bien pobre y bruto), para glosar la peripecia final de Bin Laden sólo me viene en auxilio la copla del folclore: «Dicen que murió el raposu / camín de la romería. / Que Dios lu tenga en la gloria, / güenes gallines comía». Aunque, puestos a ser civilizados, ¿no se podía haber arreglado lo de Osama y Al Qaeda con un buen TC y un Bildu? Lerdos, los americanos.

Cartas

Número de cartas: 45964

Número de cartas en Septiembre: 68

Tribunas

Número de tribunas: 2084

Número de tribunas en Septiembre: 6

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador