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Ahora es el momento de los ciudadanos

24 de Mayo del 2011 - María José Rodríguez Carbajal

Después de décadas de avances sociales en los países del llamado Primer Mundo, principalmente a lo largo del siglo XX, la crisis económica actual vuelve a mostrar situaciones sociales y económicas que no resultan tan lejanas a las de épocas pasadas, en las que los pobres estaban condenados a serlo durante toda su vida y la de sus descendientes.

En el siglo XXI el poder económico puede en ocasiones cambiar de manos, pero sigue concentrado en las de unos cuantos que manejan los hilos de las finanzas y controlan los mercados del dinero. Por tanto, cabe preguntarse: ¿qué margen les queda a los dirigentes de nuestros sistemas democráticos de gobierno?, ¿qué podemos hacer los ciudadanos para conseguir una sociedad más justa y solidaria considerando que, aunque formalmente disponemos de derechos recogidos en nuestras cartas magnas, seguimos igualmente sufriendo las consecuencias de que unos cuantos grupos de poder sin límites acaparen la riqueza y con ello el poder de influir en nuestra vida cotidiana?

En Europa, la Estrategia 2020 plantea una plataforma europea contra la pobreza y la exclusión social. En ella aparecen ideas interesantes que, sin duda, pueden resultar útiles para poner en práctica políticas sociales novedosas. Por ejemplo, propone aprovechar las sinergias que se crean al integrar varias políticas de tipo social como son las políticas de empleo, de juventud, de salud pública, de educación y formación.

Sin duda, tanto los objetivos planteados en la UE dirigidos a acabar con los 20 millones de pobres existentes en la actualidad en Europa como muchas de las propuestas que se presentan son dignas de reconocimiento y aceptación. No obstante, no podemos evitar pensar en que los estándares de bienestar y calidad de vida de muchos ciudadanos, alcanzados con el esfuerzo colectivo durante las últimas décadas ,está comenzando a perderse debido a la crisis económica y financiera originada principalmente por el afán de usura de unos cuantos que no crean riqueza sino que la acumulan.

Subtítulo: La UE también propone la movilización de la población

Destacado: Sólo a través de una implicación activa de los ciudadanos y de un liderazgo cualificado de los poderes públicos, podremos hacer frente a los grandes desafíos sociales, económicos y medioambientales

Ahora la UE nos propone planes de acción de voluntariado, ayudas y microcréditos para crear pequeñas empresas, medidas para hacer frente al envejecimiento de la población, para mejorar la cualificación profesional como vía para la creación de empleo, etcétera. Pero, de momento, la tendencia al aumento de desempleo en algunos países como es el caso de España no se ha invertido y la situación nos lleva a tener la sensación de que es necesario buscar alguna solución diferente de las tradicionales.

Por otra parte, a la vista de los acontecimientos, ¿no deberíamos los ciudadanos comenzar a escoger nuestras propias prioridades? ¿Por qué hay instituciones tan interesadas en lanzar el mensaje de que consumir sin control o comprar una casa endeudándonos hasta la médula es la llave de nuestra felicidad?

Es hora ya de comportarnos como ciudadanos libres. Debemos ser capaces de pensar por nosotros mismos, con criterio propio y de participar activamente en los asuntos colectivos. Ése debería ser un objetivo fundamental para cambiar nuestra sociedad, convirtiéndola, de paso, en receptiva de todas las necesidades de los colectivos menos favorecidos. Seguro que, en ese estado de cosas, nuestros políticos, especialmente los grandes líderes mundiales, no serían influenciados en la misma medida por intereses fundamentalmente mercantiles.

La estrategia Europa 2020 nos plantea acciones coordinadas que afectan a los ámbitos de la educación, el empleo y autoempleo, la salud, y todo ello con el fin de luchar contra la exclusión social y conseguir una sociedad más justa. Sin duda, parece adecuado el planteamiento de integrar diversas actuaciones públicas con el fin de conseguir sinergias y, con ello, una mayor eficiencia en el logro de objetivos. Además, cabe recordar que la necesidad de contar con la Unión Europea como instrumento estratégico para salir juntos adelante no ofrece lugar a dudas en la coyuntura actual. Antes al contrario, la UE debería reforzar sus estructuras de decisión en el ámbito político y económico.

No obstante, llegados al momento actual de la historia que nos ha tocado vivir, parece imponerse la reflexión de que, además de las iniciativas políticas más o menos afortunadas de los ejecutivos regionales, nacionales o europeos, si no conseguimos movilizarnos como sociedad, no podremos superar los enormes retos que afrontamos a escala mundial: el cambio climático, la grave crisis económica y financiera –que es también crisis de las estructuras de producción y consumo tradicional–, las graves desigualdades sociales entre una partes y otras del mundo e incluso dentro de un mismo país.

Gracias a nuestro sistema democrático, los ciudadanos opinamos sobre políticas y líderes a través de nuestro voto. No obstante, a mi juicio, cumplir con el deber cívico del voto electoral cada cuatro años es importante, pero no basta. Debemos implicarnos más activamente en la búsqueda y ejecución de soluciones a nuestros principales problemas y, para ello, los poderes públicos deben diseñar los mecanismos de participación adecuados. Debemos adaptar nuestra forma de pensar a los graves problemas que debemos resolver colectivamente y, sobre todo, debemos reaccionar para evitar que los intereses económicos de unos pocos especuladores echen por tierra el Estado del bienestar que hemos llegado a conseguir entre todos.

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