Don Gabino, «aquí le espero»...
LA NUEVA ESPAÑA del pasado día 6, en la página 6, recoge la promesa electoral del candidato a la Alcaldía de Oviedo don Gabino de Lorenzo de reducir a mil metros la parcela mínima edificable, se sobreentiende que en zona rural de este concejo, siempre que no sea suelo de especial protección.
Esto quiere decir que fincas al lado de Oviedo, casi inservibles hoy, se beneficiarán, mostrando al comprador un mosaico de parcelas cómodas, manejables y económicamente accesibles. La competencia favorece el mercado.
Menos mal que quien puede ser de nuevo regidor de la ciudad a partir del próximo día 22 reconoce implícitamente la barbaridad de exigir 5.000 m2 y hasta 10.000 m2 de terreno para construir vivienda unifamiliar en lugar tan cercano como Sograndio, por ejemplo, y aledaños, con toda clase de servicios y el lujo adicional de la carretera general, N-634, para uso exclusivo de estas localidades.
Decía Tierno Galván que las promesas electorales se hacían para incumplirlas. Las suyas, en cambio, estamos convencidos de que se sostienen sin notario porque el «paisano recio» es de palabra insobornable. Al respecto, viene a la memoria el puente ofrecido por la autonomía a las gentes de la desembocadura del Nalón, San Esteban y La Arena, que nunca llega. A veces las ofertas son burlas. Cuando hay puente y político es inevitable recordar la jocosa anécdota del gallego buscando votos en Betanzos, dicen que hace más de un siglo. Preguntó en el mitin: «Betanceiros, ¿qué queréis? Un puente, respondieron. Iré al Parlamento y hablaré con “premura”, contestó. ¡Viva “Premura”!, gritó agradecida la audiencia».
Al hilo de esta anécdota, acuérdese cuando esté de nuevo al frente del Consistorio de que se impuso la obligación de liberar las draconianas normas de edificabilidad en la zona rural. La medida, aunque pequeña, puede ayudar a desatascar la economía. Bien se sabe que esto se presta al «pingponeo» y al olvido cuando hay otro organismo implicado. Se echa la culpa a la CUOTA, en el Principado, y ésta, al Ayuntamiento. Pues bien, vaya con «premura» a presionar a la CUOTA para que los afectados exclamen: ¡viva la CUOTA! De ensalzar a quien la zarandeó y metió en vereda, a usted, ya nos encargaremos después.
Ciñéndonos a la localidad de Sograndio-Villarmil y lugares anejos, cabe destacar que tanto individual como colectivamente, en periódicos o directamente al Consistorio, se han hecho muchas peticiones para aflojar estas normas, todas infructuosas.
Finalizo completando el título de este escrito, en modo alguno irrespetuoso, tomado de los niños de antaño: «Aquí te (le) espero comiendo un huevo, una tortilla y un caramelo». Así como los nacionalistas hacen constantes lecturas de la Constitución con conclusiones provechosas, esta humilde copla infantil depara dos: ¿nos quedamos con las buenas intenciones del brindis electoral de los 1.000 m2 o entramos en lucha tan pronto finalice el niño el caramelo? Dios reparte suerte el día 22 y quienes andamos en estas lides no tengamos que implorar al día siguiente aquello de «Virgencita, déjanos como estamos».
José M. Gómez Tuñón
Oviedo
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