A la directiva del Sporting
Si me lo permiten me gustaría como aficionado dar una opinión crítica de lo que fue esta temporada, donde se acabó en el puesto 10, puesto que pudiera ser engañoso porque también se acabó a poco más de ganar o perder un partido para no descender. Hay que felicitar a los futbolistas por el esfuerzo que han hecho para sacar esto adelante y estar otro año más en Primera División, pero no es suficiente. Se sigue mirando para abajo y dependiendo cada vez más de que las circunstancias que se dan en el fútbol sean muy favorables y tener suerte para no descender, como en este caso. La primera vuelta se acabó con un pie en Segunda División. La segunda vuelta no es que se jugara mejor, sino que hubo más suerte, se sumaron puntos en El Molinón ante equipos que además de no tener el día se les ganó por la mínima por fallos garrafales de sus defensas. Por eso, al terminar los partidos las palabras más oídas en la grada eran en la rula no preguntan, apuntan; eso mismo debieron de decir en su día los aficionados del Celta, Tenerife y Alavés, entre otros, que por circunstancias tan parecidas, incluso se clasificaron para jugar la UEFA, renovaron, ficharon poco y mal para terminar las temporadas siguientes en Segunda y en Segunda B. Esto no tendría sentido recordarlo si no se viera algo tan parecido y tan cerca, la primera vuelta avisó y la segunda la suerte lo aplazó. En mi opinión hay una plantilla en la que varios jugadores van a ir a menos, incluido algún joven, que al haber muchas renovaciones posiblemente haya pocas incorporaciones. Un entrenador con un historial deportivo en Primera División fuera del Sporting casi nulo, que es incapaz, que no da más de sí pese a la enorme suerte que tiene en la mayoría de los partidos. Tiene al equipo temporada tras temporada al borde del abismo. Una dirección deportiva que no da confianza, se llevan dos temporadas seguidas quedando eliminados de la Copa del Rey a la primera de cambio. No despidieron a Nacho Cases de milagro, ficharon cinco futbolistas con la calidad de vino de mesa, cinco suplentes, van cuarenta, increíble, además de las sospechas de amañar algún partido, descendieron al Sporting B. Debe de ser el único equipo de Primera División que no tendrá filial en Segunda o en Segunda B. Peor imposible. Como no se corte por lo sano, esto no va a haber quien lo arregle. Yo no entiendo, pero Marcelino y Mendilibar sí, porque no quisieron venir, pero sí ficharon por otros equipos modestos. Una directiva que no hace nada, se esconde en la andanada a esperar que pasemos por caja, ni puño de hierro ni guante de seda, sólo manos para coger sobres y repartir entradas. No se saca un euro por el traspaso de futbolistas, que sumado a la gente que entra gratis a El Molinón, el resultado que sale es subir el precio de los abonos a los demás. Se hizo el ridículo en el traspaso de J. Ángel: primero, que era una buena operación que ya estaba casi hecho. Bastaron cuatro voces para decir lo contrario. Luego la culpa ya era de los demás, usando a la Fiorentina para distraer. El Sporting no es un club modesto, es un buen club con 22.000 socios que llena el estadio, que dobla en espectadores en un partido a varios equipos de Primera División, donde algunos de ellos se clasifican algunas veces para jugar en Europa, como el Getafe, que tiene siete mil espectadores, abonos más baratos y sin días de ayuda al club. Encima se llevan a Diego Castro, aunque esta temporada tuvieron un socavón. Van de austeros y no lo son. Se gastan 600.000 euros en desplazamientos, se concentran algunas veces en un hotel de la ciudad teniendo las lujosas instalaciones de Mareo a dos pasos, se van a repartir entre todos casi 500 millones de las antiguas pesetas por quedar a cuatro puntos del descenso. Se lo recuerdo para que no afilen los dientes. Acuérdese del jugador n.º 12, no le dé la prima, pero no le suba el abono, porque si lo sube dará a entender que las «mareonas», la mejor afición del mundo y el jugador n.º 12, les trae sin cuidado. Háganlo mejor la temporada que viene para que al final no haya que amañar ningún partido. A El Molinón va gente que le gusta ver jugar al fútbol. No nos estafen.
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