Consideraciones en torno al 22-M
Desde sólo la sociología no me es posible entender el apoyo que el PSOE sigue teniendo en Asturias. Me ha sorprendido por primera vez el que sólo aquí hayan mantenido con cierta dignidad el tipo ante la debacle general del resto de España.
Ateniéndose exclusivamente a los votos, los socialistas han ganado las elecciones en el conjunto total de Asturias como partido político. ¿El porqué? Reitero: sociológicamente no lo sé. ¿Se puede pensar que en Asturias aún se sigue ideológicamente igual a 1934? Si tomamos como referencia los últimos resultados electorales, es obvio que sí. Es decir, ¡la utopía sobre la realidad!
Hasta el derrumbe del comunismo podría entenderse el mantenimiento de una ideología social-comunista. Caído el muro de Berlín y pudiendo ver cómo al otro lado no había más que pobreza material y la constatación de que lo utópico utópico es, no llego a comprender cómo aún queda Asturias como el único reducto de una izquierda sin regenerar.
Aquí sigue instalada desde hace muchos años la idea de proletariado llevada a la más rancia definición. Y ser casi, de obligado cumplimiento, el ser obrero y ser de izquierdas. El casi eterno miedo a la derecha, que ya no admitieron cuando la CEDA accedió al Gobierno de España y que hoy tampoco admiten aún pasados ya más de setenta y cinco años, sigue siendo un error que no se ha corregido con el tiempo.
No importa la situación social, económica, financiera o cultural en la que se encuentre nuestra región. Ni tampoco el cambio generacional ha significado lo suficiente para entender de una forma definitiva esa fobia hacia todo lo que no sea izquierda. Por otro lado, el secreto del voto hace aflorar el verdadero sentido ideológico que no se encuentra ni en las tertulias, ni en nuestras costumbres, ni en nuestras opiniones de chigre o de sobremesa.
Fuera de los colegios electorales son muy pocos los que reconocen abiertamente y sin tapujos su apoyo a los socialistas. La realidad es que mientras las quejas, las protestas, las manifestaciones son la expresión cotidiana el admitir haberlos votado, no.
Junto a toda esta realidad roja asturiana me ha llamado mucho la atención mi localidad y mi concejo, Siero. En Lugones, con una población mayor a la de la capital del concejo, con un nivel cultural alto, con un elevado número de inmigrantes, venidos de otras regiones de España, con un nivel de vida relativamente bueno, no sólo siguen votando socialismo, sino que en estas últimas elecciones han aumentado su número. Y si el secreto del voto, como cito anteriormente a nivel de todo el Principado, es socialista, en Lugones el que alguien lo reconozca en público es casi imposible. Casi nadie, por no decir nadie, manifiesta, ni razona, ni defiende los motivos por los cuales siguen guardando en su fuero interno esa querencia hacia la izquierda, independientemente de quién sea el cabeza de lista. Por ello, a mí me queda sólo el pensar en la subsidiaridad de la que dependemos y que no es otra que la que proviene de las arcas del Estado. Y esta situación es debida a un concepto erróneo de que nos dan y no de que recogemos lo cotizado y guardado en largos años de trabajo y hace a muchos el agradecer entrecomillado las pagas y las pensiones y sentirse protegidos en manos del «papá Estado». Algo, por cierto, muy de izquierdas, y lo que hace que algunos asturianos vean en los socialistas el gran becerro de oro para el futuro de sus pensiones y pagas, que son al fin y a la postre y en la mayoría de los casos el sustento de sus hijos.
Por tanto, desde esta óptica medio ideológica, con tintes de revanchismo histórico, se puede entender el porqué de lo ocurrido el pasado 22 de mayo. Hoy, y a pesar de lo ocurrido, Asturias tendrá otro Gobierno y otra forma de hacer y entender la política que será para todos los asturianos independientemente de su forma de pensar. Confianza en el cambio y en la regeneración acompaña a la mayoría. Queda ahora el cumplir y hacer cumplir en cada Ayuntamiento la palabra dada. Eso hará que Asturias caiga del sueño utópico a la realidad pragmática.
¡Así sea!
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