En la rasa de La Regalina
Recientemente he visitado la ermita de La Regalina en Cadavedo (Valdés), situada en una hermosa rasa, de uno de los acantilados más espectaculares de la costa cantábrica.
Todo maravilloso, desde el cuidado de la ermita y su entorno, hasta las espléndidas vistas que se contemplan desde dicho lugar.
La periferia de la rasa, que discurre por los laterales y parte posterior de la ermita, está limitada, o mejor dicho, cerrada, principalmente, por matorrales, pero debido a la erosión de la naturaleza, en dicho cierre hay dos puntos que me han causado cierta preocupación.
Son dos sitios de aproximadamente un metro cada uno, que están desprovistos de matorral y de toda segura protección, lo más que tienen es un par de sencillos alambres que sostienen un letrero con la palabra «peligro».
Esta advertencia puede ser válida para personas adultas, pero nunca para niños pequeños que en un descuido de los padres se acerquen a tan eminente riesgo de caer al vacío.
Espero que la provisionalidad de los referidos carteles de peligro sostenidos por dos sencillos alambres, sea lo más breve posible, antes de que ocurra una lamentable desgracia.
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