ETA, en las instituciones
Resultó lo que nos temíamos: el batasuno brazo político de ETA, ¡hala!, a los ayuntamientos vascos y navarros. El Tribunal Constitucional –de tan politizada constitución– se ha pasado por el arco de triunfo los informes de la Guardia Civil, la Policía y lo fallado por la fiscalía y el Tribunal Supremo, que eran determinantes. Seis jueces que se definen como «progresistas» (¿acaso éstos y esos otros que dicen ser para la democracia, lo que es una chorrada, tienen un pelaje jurídico distinto a los demás?) son los responsables de esta vergonzosa agresión al Estado de derecho y a la propia Constitución, de insoslayables consecuencias.
Aquí, detrás de todo esto, hay algo muy oscuro y sospechoso. Todo, al parecer, estaba planeado soterradamente. Excarcelación, primero, de los más destacados asesinos etarras, conchabeos y tratos con la banda –¿a través del ambiguo lendakari y el PNV?–, contraprestaciones como el «caso Faisán» y cuánto más que no sabemos, mientras el tenebroso Rubalcaba nos venía con versiones amañadas y falaces, engañando así al pueblo llano. Todo fue un vergonzoso y vil apaño, según se deduce ahora, del Gobierno con ETA, liderado por el Presidente y llevado a cabo por el ministro del Interior, que sabe muy bien moverse por las aguas turbias de la política.
Conclusión: los seis jueces o magistrados progresistas fueron propuestos por el Gobierno socialista, a cuyo dictado han sido fieles con su voto para que ETA esté en las instituciones, dejando al TC desprestigiado y hecho unos zorros. Ahora, el PNV seguirá apoyando a Zapatero en su desmadre político y económico, que es lo que importaba, aunque se hunda España y todo se vaya al carajo. Pronto veremos lo que va a ocurrir en Euskadi: con ETA en las instituciones y el PNV de su parte –lo ha estado siempre–, el movimiento separatista se va a oficializar y tomar un volumen verdaderamente preocupante. No tardaremos en verlo.
Uno recuerda a la sazón el 11-M, en el que hubo un Rasputín que, con tal motivo, jugó un solapado y decisivo papel en aquella tragedia, herida cerrada en falso. «Intelligenti pauca». Sí, a buen entendedor...
Ricardo-Luis Arias, Aller
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