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Crisis económica: Un fraude ectoplásmico

25 de Junio del 2011 - Enrique Burguet Fuentes (Oviedo)

La actual crisis económica existe desgraciadamente, sin que para su prospección sea necesario practicar la radiestesia o acudir a los augures. Pero no son los actuales políticos los que sufren sus consecuencias estando a la misma altura del resto de los mortales de este desangrado pueblo español, desangrado de sus ancestrales valores espirituales de la familia tradicional, y no me refiero a planteamientos religiosos. Bien decía Bossuet que «el verdadero fin de la política es hacer cómoda la existencia y felices a los pueblos», evidentemente, no es el fin perseguido por los poderosos. Pero claro es que también, y con muy buen acierto, ya lo decía Richard Ford, que residió cuatro años en España: «cuando preguntamos por los bandidos –relata– pudimos convencernos, como lo están ya los españoles sensatos, de que no los encontraríamos en los caminos, sino en los bufetes de los abogados y, mejor aún, en las oficinas del Gobierno». En un anónimo pliego de cordel editado en Madrid, 1876, sobre la historia (fantaseada) de los Niños de Écija, el capitán Padilla da esta contestación: «Amigo, este es mi sino, y prefiero más robar exponiendo mi vida, que ser uno de esos innumerables ladrones que cobardemente y sin el menor peligro consumen su vida en un continuo robo, y gozan en la sociedad el puesto de un hombre honrado. ¡Cuántos se dedican hoy al robo bajo formas distintas, sin más diferencia de ellos a nosotros que la de estar nuestra vida siempre amenazada por las armas de la fuerza pública o por la mano del verdugo, al paso que a ellos se les guardan toda las consideraciones, escudados bajo la protección de las leyes!» Vamos al grano: No estoy de acuerdo con la actual ley del trabajo ni con la falta de medidas legales para obligar al cumplimiento de las mismas, tanto a trabajadores como a empresarios. No estoy de acuerdo con las llamadas horas extraordinarias, habiendo españoles parados sin la posibilidad de trabajar ninguna. No estoy de acuerdo con la explotación ejercida por ciertos empresarios negreros, que explotan al obrero más desfavorecido y peor remunerado, humillado, vilipendiado y bajo la amenaza de obligado cumplimiento de su labor, muchas veces legal e intrusa, firmando funciones que no realiza, bajo la amenaza de ser despedido e incluir a un extranjero de los que tanto pululan y que no presentará problemas, efectuando cualquier trabajo a mandar, por menos sueldo y peores condiciones que un español honrado verificaría. No, no estoy en absoluto de acuerdo con los horarios desproporcionados que también obreros, llamémosles «españoles», efectúan en su afán materialista del tener frente al ser personas, para poseer más en casa. No estoy de acuerdo con los enchufes de conformidad obrero/empresario, etcétera. No estoy de acuerdo con los operarios pelota que se venden al mejor postor para asegurar su puesto de trabajo y ejecutan el «presentismo». No estoy de acuerdo con esta actual situación laboral practicada e inmersa en un clima de «sálvese quien pueda y búscate la vida» en una ciudad sin ley ni orden a no ser la que favorece a estos empleados egoístas, no patriotas, hijos del materialismo sin escrúpulos, no señor, y qué decir de los poderosos de las empresas, que en su saco sin fondo, se hacen así, millonarios mafiosos. Hace falta menos horas de trabajo (ocho o menos y no catorce o más como muchos), para dejar empleo y pan a otros españoles que no tienen. Hace falta mejor educación, más escuela y más ocio que favorecen la cultura. Hablemos de formación a nivel profesional y humano. Cambiemos la España del aquel «Mañana efímero» de Antonio Machado por otra España mejor. Y abriendo los ojos, retomemos el valor y la razón. Sancionemos a estos ladrones nada «románticos», de guante blanco.

Enrique Burguet Fuentes, Oviedo

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