Iberia de nuevo
Cada vez que cojo un avión de Iberia me juro que será la última, pero infelizmente siempre me veo obligado a repetir. Hace ya un par de meses escribí otra carta al periódico quejándome de que habían dejado a mi hija tirada en Barajas toda una noche (sin ninguna atención, por supuesto) alegando una enfermedad del piloto (es en serio, este fue el motivo que nos dieron). Bueno, pues como una de las pocas cosas malas que tiene vivir en esta región es que las opciones de vuelo de salida son muy limitadas, este fin de semana no me ha quedado más remedio que utilizar de nuevo el no-servicio de Iberia.
El viernes 27/5 tengo un billete para Madrid a las 20.00. El avión sale finalmente a las 22.15 y el motivo alegado en megafonía del aeropuerto llegada con retraso del vuelo anterior. ¿Pero es que a los Sres. de Iberia un contrato de transporte no les compromete a nada? Si yo contrato con ellos un vuelo a las 20.00 desde Asturias eso es lo que tienen que cumplir y no darme explicaciones peregrinas para, una vez tras otra, incumplir sistemáticamente lo contratado. Si no saben operar optimizando el aprovechamiento de los recursos, que programen sus rotaciones con más margen y no nos hagan pagar a los viajeros su ineptitud.
Para acabar de empeorar las cosas subimos en el avión y el sobrecargo (creo que dijo que se llamaba Antonio) nos saluda, nos da la bienvenida, nos explica las excelencias de Iberia Plus, nos indica que visitemos su bar, pero ni un asomo de disculpa por las dos horas y cuarto que su compañía nos hizo perder a más de 150 personas. Harto ya de tanto maltrato exigí en voz alta tal disculpa cuando este señor acabó su discurso. Por toda respuesta una de las auxiliares se dirigió a mí preguntándome si tenía algún problema y con cara de que no entendía qué podía haber pasado para que yo pidiese una disculpa. No soy consciente de ello, pero parece ser que, llevado por la furia, dije algo parecido a ya verás tú ahora la tontita ésta. Lo lamento y lo retiro (ya lo hice allí), pues nada tengo contra esta señorita y carezco de evidencia para juzgar su capacidad (ni para bien ni para mal). En cualquier caso, ahí acabó todo, yo me quedé con mi cabreo y ella con su ingenua extrañeza de que alguien, después de más de dos horas tirado en un aeropuerto, sin más explicación que retraso en el vuelo anterior y viéndose tratado como un escolar reclamase una mínima disculpa. Bueno, mejor dicho ahí podría haber acabado todo, pero el sobrecargo valiente (durante todo el trayecto no salió de las zona bussines y evitó cualquier contacto con el resto del pasaje), cuando yo desembarcaba en Barajas a las 23.15, corriendo para intentar coger un enlace imposible en un vuelo a Lisboa que tenía programada su salida a las 22.45 (imposible con cualquier compañía normal, pero con Iberia todo es posible, por eso corría), me golpeó en el hombro y me gritó: oiga, con insultos no se consigue nada.
Estoy de acuerdo con él, nada voy a conseguir con insultos, pero tampoco con quejas, ni con reclamaciones a una compañía que se mofa constantemente de los compromisos que adquiere con sus clientes y maltrata a sus viajeros y tampoco nada voy a conseguir de personas tan poco profesionales como este señor, que no tiene la mínima decencia de pedir una disculpa a los sufridos viajeros y opta por la política de la avestruz, obviando lo evidente e intentando hacer ver que aquí no ha pasado nada.
Yo, por mi parte, seguiré evitando esta compañía siempre que pueda y cuando ello no sea posible no dejaré que quede impune su maltrato al viajero y la suficiencia y altivez con que su personal (todas las generalizaciones son injustas, pero en este caso las excepciones son pocas) nos tratan a las sufridos viajeros que tenemos la desgracia de vernos obligados a utilizar sus servicios.
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