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El vuelo del autillo

31 de Mayo del 2011 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

Ojo con las indignaciones, que las carga el diablo y cualquier olla a presión en manos de Rubalcaba es un arma electoral de destrucción masiva. El explosivo es lo de menos. Sobran inspectores, comisarios y fiscales que dirán lo que se tiene que decir y vale ya. Lo que importa es el detonante político; y ese lo lleva Rubalcaba bajo la solapa. Quién se acordaba de Rubalcaba aquel 13 de marzo de 2004 cuando irrumpió en pantalla a la hora de la cena, con el vuelo silencioso del autillo, par dejar caer lo que no nos merecíamos los españoles. Y al día siguiente, la onda expansiva de aquel susurro dejaba descabezados sobre el campo electoral a Rajoy, al PP y a diez millones de votantes.

-A Rubalcaba le bastan diez meses para convertir una derrota en una victoria. Esa mezquindad envenenada se la regala Zapatero, el presidente de gobierno que se cree que reina pero ya no puede ignorar que no gobierna. Cómo que le bastan diez. De diez le sobran a Rubalcaba nueve y un pico muy largo. En aquel marzo de infausta memoria, le bastaron 48 horas para entregarle a un derrotado ZP la victoria recogida de una campaña ensangrentada. Ahora que trabaja para sí y que tiene en mano todos los resortes (los visibles y los sumergidos) del poder, ¿necesitará mucho más tiempo?

El elemento halógeno al sistema parlamentario ya acampa en las plazas de España. Rubalcaba manejará esa materia explosiva de la indignación con la audacia y la astucia del artificiero que se sabe invulnerable y pisará el acelerador, el freno y el embrague hasta entrar en meta como campeón. Si lo consigue, la indignación se enfriará, pasando a mejor vida (otra cosa es lo que pase con los indignados, pues no podrá haber enchufes para tantos).

Si al final vence Rajoy, se puede augurar una legislatura convulsa, pues lo verdaderamente indignante es que la derecha alcance el poder. Y que pueda demostrar que es capaz de gobernar razonablemente, generando empleo, eso es ya verdaderamente insoportable. La indignación es un gas inflamable pero ¿por qué será que siempre se expande en la misma dirección?

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