Disfrutando sorbo a sorbo de «La Tacita»
En esta ajetreada y agitada vida que llevamos hacer una pausa para disfrutar de lo que realmente importa es un privilegio y una satisfacción. Si esa pausa la regamos con una humeante «Tacita», podemos hacer un paréntesis y paladear sorbo a sorbo los placeres cotidianos que entrañan su lectura: la ternura, la sensibilidad, el buen humor, la protesta, el cariño... Todo envuelto en un aroma muy particular: el aroma de la amistad. Pues así es como prepara el café para todos nuestro Félix Richard.
La que escribe esto recoge muy particularmente los efluvios de esa amistad y no puede hacer otra cosa que sentirse muy agradecida y emocionada por ello, sin saber cuándo se volvió merecedora de ello o por qué. Esos sorbos de la «Tacita» son tan cálidos que se hacen extensivos a la familia y nadie queda fuera de ellos.
Así pues, haciéndome eco de tus palabras, querido Félix, «con la que está cayendo», hoy hago una pausa y el recordatorio va para ti con mucho cariño, o mejor, a falta de uno van a ir dos.
El primero: «El idioma del corazón es universal. Sólo se necesita sensibilidad para entenderle y hablarle» (Jacques Duclós). El segundo, de autor desconocido, pero que hago mío en sentimiento: «Un verdadero amigo tiene la sensibilidad de descubrir cómo hacer con un detalle que el otro sea feliz».
Debo añadir que pones en práctica cada uno de ellos. Disfruto como muchos otros de la lectura y tu presencia cotidiana en ese «Primer Café» que es una delicia tomar. Recibe un fuerte abrazo, de los de verdad, de las tres.
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