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Ultradisparate global

4 de Marzo del 2009 - Florentino Fernández Ruiz (Mieres)

Los capitalistas no se reparten el mundo en función de una particular perversidad sino que la perversidad se desarrolla en función del grado de concentración de sus monopolios. A mayor concentración de sus monopolios mayores son los beneficios legitimados con una posición de fuerza.

Hace ya mucho tiempo que el capitalismo tiene controlado el mercado mundial a través de los carteles internacionales. Ya en los tiempos de la Roma imperial, basada en la esclavitud, se ejercía el imperialismo y la política colonial.

El capitalismo moderno consiste en la dominación de los monopolios, fortalecidos cuando tienen en sus manos todas las materias primas que sostienen este sistema en funcionamiento (hierro, diamantes, oro, gas, electricidad, petróleo etc.) No hay mas que revisar cuantas guerras y desastres se han desarrollado en el mundo para hacerse con el mercado del petróleo. Cuanto mas desarrollado está el capitalismo mas encarnizada es la lucha por las materia primas.

La libre competencia base del desarrollo capitalista y mercantil, va engendrando los monopolios, que son la antítesis de la libre competencia; y van concentrando la gran producción, absorbiendo las pequeñas y medianas empresas y aflorando los grandes cartels, trust, sindicatos fusionándose entre ellos.

Así, unas docenas de bancos y monopolios manejan el mundo creando una superestructura que no elimina la libre competencia pero si crea contradicciones y rozamientos territoriales y comerciales, que en el siglo pasado desencadenaron la I y II Guerra mundial entre las naciones europeas.

Definiéndolo en pocas palabras, puede decirse que el imperialismo sería la fase monopolista del capitalismo; y que en su grado mas extremo se convertiría en lo que Kautsky denominaba teoría del ultraimperialismo, fase en la que los capitalismos dejarían las guerras para unirse y desarrollar la explotación del mundo por el capital financiero unido internacionalmente.

Aunque Kautsky se equivocaba creyendo que todos estos fuertes rozamientos monopolistas podían desarrollarse sin usar la fuerza dentro de una democracia pacifica.

Los monopolios y el capital financiero no rebajan sino que aumentan la diferencia entre el ritmo de crecimiento de los elementos de la economía mundial, cambiando la correlación de fuerza entre los países.

En estos últimos tiempos naciones como EEUU, la mas beneficiada de la II Guerra Mundial; Japón y Alemania, que ha progresado rápidamente en el último siglo, han tomado el relevo de otros importantes en otros tiempos como Francia o Inglaterra mas beneficiada en la I Guerra Mundial.

A grandes rasgos, este es el entramado de problemas que originan esta crisis que afecta a todo el planeta. Todos los problemas nacen de una visión equivocada del mundo a la que asistimos estupefactos sin identificar cual es la bandera de esta lucha.

Nadie se atreve a cuestionar el sistema, la derecha por razones obvias, y la izquierda sin aportar ninguna idea nueva en la linea de crear conciencia colectiva y evidenciando síntomas de atrofia. Todos nos dicen que estamos en el camino, pero no caminamos, estamos paralizados por el miedo; mientras lo único que escuchamos son números, cifras de parados, mensajes a ser cautos, prudentes, como si estuviésemos en un cruce de caminos, sin saber cual tomar.

Hasta hace poco todo iba bien. Era bueno que los bancos pasaran de simples intermediarios a monopolistas del capital financiero y cada año aumentaran sus beneficios el veinte por ciento. Los constructores organizaban sus tramas y corruptelas urbanísticas porque cuanto mas altos fueran sus rascacielos mas beneficios, los monopolistas podía contaminar aire, suelos y ríos, fabricar armas, desertizar, deforestar, destruir la capa de ozono, crecimiento desenfrenado y vertiginoso.

Y nosotros los ciudadanos hemos vivido al ritmo vertiginoso que los monopolistas nos marcaban, cumpliendo jornadas y horarios que hacían peligrar nuestra humanidad, pagando hipotecas imposibles para un país como el nuestro a la cola de Europa, que nunca pudo alcanzar la sociedad del bienestar, entre otras cosas porque hace mucho tiempo que perdió sus colonias (salario mínimo de Francia, Luxemburgo ,Inglaterra, Alemania, Bélgica, Irlanda por encima de 1.200 Euros; España 660 y Portugal 470 ). También hemos soportado la desregulación del mercado del trabajo, estando a la cabeza de contratos basura cuando éramos el país que mas puestos de trabajo generaba (tampoco era extraño con un salario mínimo en 660 euros.)

Ahora, de repente, todo se derrumba estrepitosamente y esta civilización enferma por la explotación de un sistema ultraimperialista esta paralizando a la sociedad presa del pánico que subyace debajo de la necesidad y la exigencia de depender de un trabajo. Como en la guerra en que las dos caras de la moneda son la vida o la muerte en esta sociedad todo se limita a ser trabajador con contrato indefinido o estar en la cola del INEM. Y con este panorama un empresariado proveniente y acostumbrado al proteccionismo y a la autarquía del franquismo que son características de una economía de guerra, sin ningún rubor pide la flexibilidad del mercado del trabajo y el despido libre. La OCDE que recomienda el despido libre para España esperemos que también recomiende que se iguale el salario mínimo de este país y resto de países miembros para evitar que la mejor y más preparada juventud que nunca tuvo España sea la peor tratada de Europa. También tendrá algo que decir de porque se descapitaliza el Estado para capitalizar empresas privadas, cuando hace poco tiempo y los vientos eran favorables se hacia exactamente lo contrario y se privatizaba el sector publico.

Posiblemente no acertamos a saber que es lo que esta pasando en el mundo, o de lo que nos esta pasando. Sabemos que nos han metido en el engranaje y lo peor es que nos han domesticado para vivir en una democracia que no respeta la dignidad del hombre. No necesitamos tantas cifras, estadísticas de paro, de población activa, de millones inyectados, etc., que es mas de los mismo y que solo servirá para recorrer un camino que ya conocemos.

Lo que el mundo necesita son ideas nuevas y el compromiso para que en sus calles no estén abandonados doscientos cincuenta millones de niños con el único horizonte del abismo. Debemos analizar de donde venimos y no recrearnos en el abismo, solo saldremos de la crisis si asumimos el compromiso de luchar por otra manera de vivir. De crisis mucho mas fuertes como las pasadas guerras han salido grandes hombres que solo contaban con la tenacidad, el valor y el compromiso de arreglar el ultradisparate que otros desencadenan.

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