Indignados

7 de Junio del 2011 - José Manuel Fueyo Méndez (Oviedo)

Si hace unos meses un servidor se refería en estas mismas páginas a la narcolepsia nacional, mostrando extrañeza de que la gente no saliese a la calle, con la que estaba cayendo, no cuadra mucho que condene ahora las acampadas y «manifas» que los autodenominados «indignados» organizaron en las principales poblaciones del país a partir del 15 de mayo. Pero, como hubo de todo, los protagonistas de la movida fueron tan heterogéneos y están prolongando la cosa, a mi modesto entender, más allá de lo razonable, al «sí» inicial cabe añadirle reparos. Pero no precisamente porque me preocupe la paternidad del fenómeno. Si una causa me parece justa, me trae al fresco que la promueva Agamenón o su porquero. Es verdad que incumplieron la ley, que les obligaba a levantar las tiendas la víspera de las elecciones. Es verdad que al permanecer acampados tanto tiempo, se apropiaron de unas plazas que son de todos. Es verdad que no se puede justificar la irrupción violenta de un grupo de manifestantes en la televisión autonómica murciana. Es verdad que alguna de las consignas lanzadas al viento y algunas pancartas exhibidas resultan infumables o inviables. Es verdad que, al final, quizá fueron más los indignados con los «indignados» que los «indignados» iniciales... Pero, con todos los «peros», me quedo con la parte positiva del fenómeno: con que haya gente que se movilice para condenar los abusos de poder y reivindicar una democracia más real que el sucedáneo de democracia que sufrimos. Hablando de las consignas que proclamaron los «indignados», por tocarme más de cerca, paso a comentar tres de ellas, de contenido, llamémosle, religioso. La frase «más empleo y menos crucifijos» parece ofensiva para los cristianos, pero no deja de ser una tautología. Si la consigna fue formulada para ofender a la Iglesia, que se enteren algunos de que la Iglesia se preocupa más por los crucificados que por los crucifijos. Por eso un servidor no se siente demasiado ofendido por esa consigna, porque efectivamente cuantos más empleos haya, habrá menos crucificados. Más patología era la bravata que le sugería a la Policía que «fundiese a porrazos», a los jóvenes cristianos que acudan en agosto a la JMJ con el Papa. Pero sospecho que tal desatino no lo suscriben ni la tercera, ni la quinta, ni siquiera la décima parte de los acampados, por mal que les caigamos los católicos y el Papa. Eso sólo cabe en mentes enfermas que merecen compasión y, si procede, internamiento en el centro de salud mental correspondiente. La tercera consigna de tipo religioso pedía la revisión de los acuerdos Iglesia-Estado. Eso ya resulta más razonable. Efectivamente, los acuerdos de marras se remontan a 1979 y es probable que algunos párrafos necesiten revisión. Pero si las asignaturas pendientes del país son, por poner un número, cuarenta, creo que cabe decir que los acuerdos Iglesia-Estado representan el problema treinta y nueve, por no decir el cuarenta. Si tienes la casa en llamas, libera primero a la familia, que al gato ya le llegará su turno. En todo caso, se supone que, si montas un «pollo» de este calibre, es para obtener algún resultado concreto. Pero, pidiendo cuarenta o cincuenta cosas a la vez, tienes todas las papeletas para que no te hagan ni puñetero caso, que me temo es lo que va a ocurrir con esta movida de los indignados. Así pues si admiten un consejo, le sugeriría a los «indignados» que, para la próxima vez, resuman en dos, o a lo sumo en tres, sus decenas de peticiones, porque de lo contrario sospecho que no saldrán nunca de la indignación y se acabarán disolviendo, cual azucarillo en café.

Casualmente en Asturias hubo otro buen puñado de indignados que el 22 de mayo optaron por algo distinto: unos por la abstención o el voto en blanco, que alcanzaron cifras significativamente elevadas, y otros votando a un nuevo partido político, el Foro, que se presentaba con propósitos de limpieza y de hacer sonar más la voz de nuestra región en Madrid. El personal está tan indignado con el bipartidismo dominante que, en cuanto ven una tercera vía con posibilidades, se agarran a ella, como a clavo ardiendo. Y si en otras comunidades hubiera aparecido otra tercera vía con opciones es probable que hubiera sucedido lo propio.

La pregunta del millón es saber cómo evolucionarán estos, que, en principio, pueden calificarse de brotes verdes, por remedar la cita del ínclito Zapatero. Sería bueno que el fenómeno de los acampados tuviese una continuidad, aunque fuese a salto de mata y con las salvedades antedichas. Sería bueno igualmente que el éxito del Foro no fuese flor de un día. Un tercer partido regional fuerte puede contribuir a que los dos grandes hilen más fino y no incurran en tantos excesos. Asturias necesita enderezar el rumbo y liberarse de tanto despilfarrador, de tantos chiringuitos, de tanta sumisión a Madrid, de tanta «marea»... El líder del Foro conoce el percal y merece -se lo ganó- un margen de confianza. Si acertó en la elección de su equipo, tenemos posibilidades de que vuelvan los brotes verdes a este árbol, casi sin ramaje de nuestra Asturias del alma.

J. Manuel Fueyo Méndez, párroco de Nuestra Señora de Covadonga

Oviedo

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