La violencia de género
Parece increíble pensar, que en los tiempos que corren, la violencia de género arrasa con la vida de cientos de mujeres. Pero este último mes se ha visto demasiado teñido por este fenómeno. Se supone que los tiempos evolucionan y que las personas debemos evolucionar al mismo tiempo. Los conocimientos acerca de este tema están a disposición de todos, pero desgraciadamente son pocas las mujeres que denuncian sus casos y cientos de ellas las que se quedan por el camino.
La violencia de género, ya bien sea física o psicológica, conlleva un acto de sumisión, que nadie, independientemente de su sexo, debe soportar. Y lo verdaderamente lamentable es saber que en el fondo esas mujeres son las que finalmente se sienten como un despojo humano. Desde mi punto de vista, saber que una persona abusa de otra sin remordimiento mientras que la víctima lo único que desea es que cese el dolor, aunque para ello tenga que acabar con su vida, me parece algo para lo cual todavía no se ha creado la palabra exacta.
Tal y como nos enseñan, la palabra es un recurso, un don preciado que todos desean conocer en su amplia extensión, y que a veces se vuelve en contra nuestra. La palabra violencia, aparte tener su propio significado, a mi modo de ver, esconde en un segundo plano un montón de acepciones que todos, queramos o no, imaginamos al oírla.
Pero imaginar no es lo mismo que sentir. Por ello me gustaría transmitir un mensaje a todas las afectadas por este tipo de violencia. Por favor, no tengáis miedo nunca. Llamar al 016 no significa una molestia; contar vuestro problema no tiene por qué significar una paliza más; lo único que significa es valor. Valor para salir de esa situación, para afrontar el problema, pero sobre todo valor para empezar una nueva vida en la que tú eres tu propia dueña.
Pido, con furia si hiciera falta, que no os dejéis engañar, él no tiene el mando, vuestra vida la labráis vosotras mismas. No tenéis por qué aguantar más insultos, más desprecios, más golpes, más empujones. ¿Sabéis por qué?, porque sois dueñas de vuestra vida y podéis decidir hasta qué punto estáis dispuestas a aguantar.
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