El veredicto de las urnas
A pesar de la escasa y dudosamente intencionada cobertura que los medios de comunicación asturianos prestaron a las candidaturas de Foro Asturias, la TPA entre ellas, no faltaría más, y las continuas y permanentes descalificaciones que el candidato a la presidencia del Principado por esta formación, Francisco Álvarez-Cascos, ha recibido de propios y extraños, el resultado final, el que vale, el de las urnas, ha dejado meridianamente claro quién era el candidato perfecto para liderar al PP en los pasados comicios del 22 de mayo. Si con un partido improvisado, formado mayoritariamente por personas poco conocidas, con un margen de unos pocos meses y unos medios muy limitados, sin más programa que un discurso fácil, entendible y directo, la sola imagen de su líder ha sido capaz de concitar el interés de tantos ciudadanos, está perfecta e inequívocamente demostrado que es lo que los asturianos estaban deseando, al tiempo que deja en evidencia, si es que ya no lo estaba, a toda la cúpula del Partido Popular.
La maniobra del hasta ahora titular de la alcaldía de Oviedo, Gabino de Lorenzo, que, por extrañas e inconfesables razones, pasando de ferviente e incondicional defensor de Cascos a su más enconado enemigo, señaló con su dedo dictatorial a quien debía ser la candidata del PP al sillón del Principado, con el apoyo de los pesebristas de turno, ha supuesto un estrepitoso fracaso; uno más en la trayectoria de este personaje, aunque este haya sido compartido. La penitencia le vendrá, en el mejor de los casos, en purgar con una alcaldía en la que tendrá que cumplir religiosamente con sus obligaciones, pactando cada una de las decisiones con aquellos a quienes tanto descalificó, y dejando aparcada la arrogancia con la que, durante tantos años, gobernó. Claro que, como complemento, no le vendría mal una peregrinación a Covadonga; no desde Benia de Onís a lomos de un asturcón, sino desde el Ayuntamiento de Oviedo y en alpargatas.
Con respecto al ganador de las elecciones, y con toda probabilidad futuro presidente del Principado de Asturias, máximo respeto y consideración. Su capacidad, conocimientos y experiencia, junto con unas excelentes condiciones innatas para el ejercicio de la política, pueden aportar a nuestra región lo que una amplia mayoría está demandando: acabar con todo el entramado de chiringuitos creados por los anteriores gobiernos; terminar con la sumisión a lo que se dicte desde Madrid; dar soluciones reales a los problemas reales; austeridad en el gasto y acierto en la gestión. El discurso moderado, conciliador y constructivo de la noche electoral refuerzan las esperanzas de logarlo.
En este momento tenemos que felicitar a Cascos. Más adelante, con el discurrir del tiempo, esperemos poder felicitar a Asturias por haber emprendido un cambio positivo en su trayectoria, y, a los asturianos, por haber señalado el camino
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