Políticos radicales y extremistas
Casos hay a montones, de lamentable ejemplaridad. Muchos se podían citar ahora aquí, y nos quedaríamos cortos. Veamos tres ejemplos nada más, no muy lejanos en el tiempo, y que se produjeron muy seguidos. El primero está protagonizado por el diputado de ERC, Joan Tardá, que en un mitin gritó a pleno pulmón eso de "Viva la República y muerte al Borbón". Hombre, el viva no constituye ningún delito, sino todo lo contrario, pero el muera sí lo es. Entre otras razones,porque nadie puede desear la muerte a nadie. Claro que el cachondo de Tardá no tardó nada, vista la tormenta que se le venía encima, en hacer una no menos cachonda e irrisoria rectificación: que él no se había referido al alctual rey, sino a otro Borbón que había palmado hace ahora la friolera de 200 años. De coña, vamos. Y el tío se quedó tan pancho. No pasó nada. Y ahí tenemos al subrealista señor Tardá, a su señoría, que sigue depositando el trasero en su escanño, coño, del Congreso.
Después de este caso de un diputado "con licencia para matar", a lo 007, tenemos este otro protagonizado por el fundador de PP, antes AP, señor Fraga Iribarne, incombustible él, que estaba major calladito y en casa por bien suyo y el de su partido. Y así no hubiera metido el remo al decir, ante un micrófono, aquello de que a los nacionalistas había que colgarlos. La reacción, en este caso, no se hizo esperar y los populares, hala, a aguantar otro tremendo chaparrón. ¡Ay, don Manuel, los años no perdonan!
He aquí dos declaraciones extremistas en grado, ambas expresadas por políticos de diferentes y encontradas ideologías, cuya mala condensada lleva a sus protagonistas hasta querer cepillarse a los que no están en su onda política, como anteriormetne aconteció en lo que fuera el prámbulo de la tragedia del 36. Cuantos capetetónicos piensen como los señores Tardá y Fraga -genuina y fanática representación de izquierda y derecha- amén de los susodichos, no debieran de tener cabida en nuestra democracia, que ellos malversan y emputecen.
El tercer caso es distinto, más "descafeinado", pues su protagonista, el alcalde socialista de Getafe, don Pedro Castro, presidente a su vez de la FEMP, no deseo que Caronte se llevará a nadie de este mundo tan cabroncete. Sí dijo, públicamente, en un alarde de mala uva antidemocrática, que los votantes dle PP eran tontos de los cataplines (bueno, él empleó otro vocablo grosero y mal sonante, que silenciamos) y no pasó nada. Incluso fue arropado luego por su partido en un acto público. ¡Ay, Engracia, cómo está nuestra democracia!
Estos ejemplos de radicalismo y extremismo de vuelven a proliferar por todas partes. Y ello nos hace recordar esta reflexión de nuestro Ortega y Gasset, en sus "Meditacioines del Quijote" (1914): "Los españoles ofrecemos a la vida un corazón blindado de rencor, y las cosas, rebotando en él, son despedidas cruelmente. Hay en derredor nuestro, desde hace siglos, un incesante y progresivo derrumbe de valores". Cierto. Y así nos van las cosas e nCeltiberia. De glúteo.
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