Los comulgantes
-Su eminencia reverendísima podría levantarle la excomunión, que pesa sobre ella y él, a quien saliera más triunfante del escrutinio, dándole una hostia hecha con agua bendita, harina y miel Así escribe Carmen Gómez Ojea (CGO) en su última Mezclilla de LNE (18.05.11). Los comulgantes excomulgados son el caudillo del FAC y su más directa rival, la candidata del PP. Su eminencia reverendísima es el Arzobispo de Oviedo, que recomienda a sus fieles pensárselo dos veces (y hasta tres) al escoger la papeleta que se deposita en las urnas. Recomendaciones que entran en la rutina del pastoreo, son casi protocolarias.
Pero la izquierda reaccionó a la recomendación episcopal como si le aplastara el juanete el casco de un caballo. Bíblico el cabreo de Carmen, muy en su papel de portavoz espiritual de la comuna de Gijón; y si De la boca sale la impureza (título de su Mezclilla), de la suya salen en tropel, como en los viejos tebeos, sapos y culebras. El papa es un arconte vicediós; los obispos, jerarcas espantosos; el de Oviedo, en concreto, un católico excelente, sin un dedal de cristianismo. Cosa perfectamente lógica según el catecismo de la Madre Carmen, ya que el catolicismo papista es una patulea de excomulgados, adúlteros, defensores feroces del capitalismo explotador, traficantes de esclavas sexuales, pederastas y maltratadores. Que por supuesto votan a la derechona más extrema (la que hay). Esto ni lo escribe, pues se sobreentiende. Quién le disputaría a la izquierda el monopolio de los buenos sentimientos y de las aspiraciones justas.
Todo muy puesto en sosegada razón, lo de Carmen; menos cuando habla de los fetos que sus madres se ven obligadas a llevar a matar para no darles una existencia calamitosa. Eso pasaría en la década ominosa del Aznarato, cuando casi todo el mundo tenía que trabajar (como si fuéramos alemanes), y además no había colegios públicos, ni guarderías ni autobuses y las madres, según salían en bicicleta para la fábrica o el instituto, iban aparcando a sus bebés en los contenedores, con el biberón puesto, para recogerlos a la vuelta si sobrevivían. Pero es agravio populista hablar así, en Asturias, al cabo de 30 años de revolución permanente social-sindicalista, serena y silenciosa (que en eso al menos hemos mejorado y las revoluciones ya no se hacen de golpe y sopetón). La píldora del día siguiente y los abortos de tres meses después, hoy y aquí, más bien tren causa (como diría ZP) de la filosofía de dale alegría a tu cuerpo, Macarena; del alegre botellón, que termina como el rosario de la aurora (o un poco más tarde). Con la diferencia de que algunos quedan dormidos en la acera y alguna macarena vuelve preñadita a casa. Y no me vengan con monsergas de machismo, pues varón y mujer Dios los creó y de esos polvos vienen estos embarazos (a ver si no de dónde).
El semanario alemán Focus se hacía eco hace tiempo de un estudio comparativo del aborto en la Alemania Federal y en la Alemania del Este. La tasa de abortos entre las mujeres de la Alemania socialista era nueve veces superior a la de la Alemania Federal. Para los sociólogos, una de las razones de ese desfase tan llamativo estaba en la desvinculación de las mujeres, en la Alemania socialista, de cualquier Iglesia (Entkirchklichung). Mientras en la Alemania Federal más del 70 % de las mujeres se declaraban en comunión con alguna de las Iglesias cristianas, ese porcentaje en la Alemania del Este apenas llegaba al 17 %. Otro factor determinante era que en las escuelas del régimen socialista se enseñaba que un embrión es una cepa de células que se elimina como una verruga de la piel o una planta que sobra en el jardín. Desde la reunificación, la tasa de abortos se ha ido aproximando en los dos territorios, bajando espectacularmente en el Este.
Son datos de estadística. El número de madres que llevan sus fetos a matar (por decirlo con palabras de Carmen) en los países socialistas, es llamativamente superior al de los del abominable capitalismo. Que los excelentes curas y cristianos a los que CGO da voz en su Mezclilla, voten a quien les dé la gana. Pero que nadie pretenda ocultar con jeremiadas justicieras que los partidos de izquierda promueven el sexo promiscuo y precoz y la banalización del aborto.
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