La reactivación de las Cuencas ante la crisis mundial
A través de esta carta, quiero expresar mi preocupación por la actual situación de crisis que hoy se vive en el mundo y que, por supuesto, afecta, con ciertas singularidades, a España y a Asturias. La llamada crisis del ladrillo, la pérdida de confianza de los bancos, la «limpia» que están haciendo muchas empresas aprovechando la coyuntura, o el peaje que ahora pagamos sobre aquellas decisiones tomadas en el pasado, que conllevaron la privatización de empresas nacionales (las rentables) que eran y son además estratégicas para preservar un buen funcionamiento de la economía (energéticas y de comunicación, sobre todo), considero que son suficientes para justificar ese temor ante el desconcertante tiempo que vivimos, sin duda uno de los retos más complicados que tendrá que afrontar una generación de jóvenes españoles (de 40 años para abajo) que socialmente nunca han vivido nada de esta magnitud.
Con todo, y como habitante de las comarcas mineras, donde muchas de las nuevas empresas, generadas con los programas de reactivación del Plan del Carbón, han dejado ya no sólo de responder a las expectativas de empleo que se les había marcado como condición para su asentamiento vía subvención de fondos, sino que además aprovechan la crisis para presentar ERE (expedientes de regulación de empleo) que afectan a cientos de jóvenes trabajadores, mi preocupación es mayor cuando pienso cómo va a afectar la crisis al proceso de recuperación de las Cuencas.
Hablamos de un proceso que, gracias al esfuerzo y convicción de los sindicatos mineros, a la decisión del Gobierno central, habíamos visto tras unos inicios titubeantes (período 1998-2003) cómo cogía fuerza con resultados concretos en los municipios mineros (Autovía Minera, campus de Mieres, Langreo Centro, mejora de barriadas... son ya una realidad). Pero, ¿qué va a pasar ahora que la economía mundial está al borde del colapso?, ¿va a ralentizarse la culminación de ese proceso revitalizador de las Cuencas?
Las preguntas no son baladíes y las inquietudes son ciertas. Lo hemos visto ya en titulares de prensa, algunos mediáticos e interesados, tratando de apuntarse al seguro titular que hoy genera hablar de crisis.
Pero con una carga real, por mucho que las prejubilaciones y jubilaciones sean hoy un impagable colchón para el sector comercial y de servicios de las Cuencas.
Por eso, ahora, considero una vez más fundamental el papel de los sindicatos mineros, en particular el que una vez más juega (me preocupa que también sea casi en solitario) el secretario general del SOMA-FIA-UGT, José Ángel Fernández Villa, y sus seguidores, y que, como he dicho, parece el único de las personalidades políticas o sindicales de las Cuencas que parece ser coherente y consecuente con el momento y con su abstracción a las necesidades reales y diagnosticadas de las zonas mineras.
Es intolerable, como bien denuncia Villa, que a estas alturas de la película, con la necesidad que hay de reactivar la economía, sobremanera la de las Cuencas, que recordemos aún van por detrás (batalla histórica, que hunde sus raíces más recientes en la lucha del 91 en el pozo Barredo y en las movilizaciones del 97, y que no puede ni debe olvidarse), que tengamos sin gastar nada más y nada menos que 900 millones de euros. 900 millones que significan cientos y cientos de proyectos en los municipios mineros. Proyectos que esperan decenas de localidades para propiciar esa mejora del hábitat de vida, para fijar población, para que los jóvenes no se nos vayan. Pero actuaciones, sin duda, no nos engañemos, que son ahora mismo fundamentales para mantener el nivel de empleo necesario para poder soportar la crisis. Es inasumible que hoy Mieres vea cómo se demora el plan de la Mayacina, con más de 700 viviendas para jóvenes, por la crisis inmobiliaria, en medio de un momento de congelación en la venta de pisos, en los créditos. Hagamos de la crisis una oportunidad, con pisos de protección a bajo coste para jóvenes de Mieres, de las Cuencas, del centro de Asturias...
Es incompresible que, por ejemplo, en esos fondos atrasados, de hace tres ejercicios, figuren la construcción de más de 10 polígonos industriales en las Cuencas. Que haya municipios que tengan que renunciar a centrar inversiones porque polígonos como el de Barros o Reicastro, a pie de autovía (aunque sin accesos), sigan esperando por ser urbanizados, cuando el solo hecho de construirlos ya sería motor de empleo. ¿Qué está pasando?, ¿alguien cree que ya está todo hecho?, ¿conformismo? ¿Dónde está aquel miedo a que el maná de los fondos mineros se acabe, y no se saque partido real a la oportunidad histórica que han tenido y tienen las Cuencas?
Resulta infantil ver a más de un alcalde, incluso a partidos de la oposición que entran en el juego del reparto, distribuir las partidas de los nuevos fondos estatales de compensación local y olvidarse de estos fondos, anclados en la burocracia administrativa, en el papeleo técnico, en dar por buenos retrasos y más retrasos. Pero nadie, a excepción de Villa, levanta la voz. Particularmente, felicito a Zapatero porque ese dinero, inspirado en los tradicionales planes reactivadores de la socialdemocracia alemana, resulta muy positivo. Pero, a mi juicio, las autoridades regionales y municipales deberían no ensimismarse con esa actuación estatal puntual y proseguir con una programación y una línea de trabajo proyectada y con objetivos y compromisos claros. Que el tiempo no te cambie, decía la canción. 900 millones para 17 municipios carboneros, ése es el auténtico plan de choque para las Cuencas.
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