Denunciar a un diccionario
Desabrida primavera cuando hasta la apacible Luzdivina sale de su retiro, que suponemos dorado, para denunciar a un diccionario ante la ventanilla de Gabilondo. Y anda por la red desaforada, reuniendo firmas para levantar con la denuncia el parapeto póstumo, pero esta vez triunfal, del No pasarán. Luzdivina o pasionaria.
El hecho es que el ministro Gabilondo dio trámite a la denuncia y el Gobierno anuncia que van a detener al Diccionario. Tendrá que movilizar Rubalcaba a los antidisturbios, ya que el denunciado, el Diccionario Biográfico Español, es una peligrosa banda de 50 volúmenes lo menos.
Una filósofa denunciando a un diccionario. ¡Ludy, por favor! Se empieza denunciando diccionarios y se acaba por matar a un ruiseñor. Aunque si no matáis los ruiseñores, será tal vez que ya los dais por muertos y por amortizados. Porque la música callada y la soledad sonora os suenan a chorradas. A no ser que los arpegios den pretexto a subvención. Solo ya tenéis oídos para el ruido y el furor de las trifulcas intestinas, en despachos enmoquetados y climatizados, donde no penetra el aire limpio ni el claro sol del día. Buenos están esos zumbados para escuchar en el silencio un susurro de abejas que sonaba.
Triste misión de comisarios la de imponer la aparatosa verdad de los aparatos partidarios. ¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla. Puede estar esparcida en los cincuenta volúmenes de un diccionario. Tu verdad; la mía; la del otro y la del de más allá. Todas las verdades juntas buscan la única verdad, que no será jamás la verdad total. Reconstruir con los fragmentos del recuerdo (con todos los fragmentos) el espejo roto de la memoria. Memoria dolorida. Pero la izquierda es tan coqueta que pretende, como la madrastra de Blancanieves, que todos los espejos (los cincuenta y cada fragmento) le repitan que es requeteguapa. La más, la única guapa. Por eso, para eso, una comisión de comisarios va a intervenir al Diccionario y someterlo a una operación de cirugía plástica invasiva. Que a la libertad la cojan confesada. ¿Pero no sería más sensato, estéticamente hablando, que la izquierda se sometiera a una liposucción a fondo?
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