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Comité autonómico o el «silencio de los corteses»

12 de Junio del 2011 - Juan Antonio González Alonso (Oviedo)

Como militante activo del socialismo democrático siempre me mofé de los congresos o comités centrales de los antiguos partidos comunistas cuando votaban «a la búlgara» alguna resolución o aprobación de cualquier asunto político de calado. El sábado 4 de junio el Comité Autonómico prefirió equivocarse con el secretario general que acertar en contra de él; a pesar de las numerosísimas intervenciones no hubo un atisbo de crítica, todo lo contrario: adhesiones personales, pura comprensión del desastre, panegíricos, alabanzas y pura cortesía. La ceremonia de «el silencio de los corteses» y aquí no ha pasado nada. Enhorabuena. Ya se sabe que si la realidad no concuerda con la idea, tanto peor para la realidad.

Javier Fernández se sintió responsable del desaguisado electoral y señaló que quienes no eran responsables del desastre eran los miembros del Comité Autonómico. Falso: en una organización del socialismo democrático todos somos culpables por acción u omisión. Es en las organizaciones fascistas donde el Führer es el único responsable. Todos los socialistas somos culpables con el secretario general a la cabeza (que para eso se le ha elegido), pero todos somos culpables.

El secretario general señaló tres razones obvias que coadyuvaron al desastre electoral: el paro, el «caso Renedo» (en plena campaña electoral) y la falta del voto emigrante. Sin embargo, negó que la causa fundamental de la pérdida de votos fuera la gestión de la crisis y que «...las reformas hechas hasta ahora son necesarias para salir de la recesión, cueste lo que cueste...», y que se equivocan los que atribuyen los malos resultados del PSOE en España y en Asturias a la «gestión» de la crisis. «La causa esencial fue la crisis misma», sentenció finalmente.

¡No!, en absoluto: la causa del varapalo político, moral y electoral ha sido precisamente la gestión de la crisis que traicionó propuestas socialdemócratas. En la gestión de la crisis se utilizaron las políticas neoliberales que impuso el FMI, me temo que se siguen utilizando y creo –ojalá me equivoque– que seguirán utilizándose en el futuro. Si no se entiende esto, nos volveremos a equivocar. Otra política era posible y además era «nuestra» política.

Pero como Javier Fernández anima a repensar y a ser leal, yo voy a decir lo que no se dijo en el Comité Autonómico, porque nadie aborda y todo el mundo elude un problema infernal de democracia interna en el partido: las familias –algunas de ellas poderosísimas– que imponen brazos de trapo en ejecutivas, candidaturas municipales y, en general, en los órganos de decisión del partido. Esas familias son las que tienen secuestrado el debate y su único objetivo político es el personal de tener y mantener su cuota de poder en el seno del partido. Robert Michels diría que la oligarquía política mantiene muda a la FSA.

Esa misma falta de discusión interna –discusión interna política– propicia casos como el ocurrido en Pola de Siero, que fuera de todo interés por solucionar los problemas domésticos nos enzarzamos en una guerra de «familias» entregando el poder a la derecha. De la nefasta gestión de la crisis en Pola de Siero el ciudadano también tomó nota.

Y también tomó nota cuando observó el desencuentro en la sucesión a la que parecía camino de rosas a la presidencia del Principado. El votante que todo lo ve, y aunque parezca indiferente en muchas ocasiones, todo lo observa, actúa en consecuencia.

¿Nuestra juventud socialista? Jamás he visto una juventud más razonable, más reflexiva, más silenciosa para con sus compañeros mayores. Y es que la cosa no está para rebeliones, sobre todo si el partido representa un yacimiento de empleo suculento y estable. ¿Culpa exclusivamente de los jóvenes? No, también la gente mayor somos culpables porque hemos sido incapaces de explicarles que la política es un viaje moral e intelectual con poco equipaje y billete de ida-vuelta, y quien vive de la política no tiene más remedio que secuestrar sus propios criterios para defender otros bastardos, pero que pagan.

Medios y fines deben conjugarse en plena sintonía, así que como socialista prefiero perder unas elecciones que ganarlas y gobernar con los criterios que establece la derecha. Visto lo que hemos visto, más que ganar o perder unas elecciones me importa corregir la política que se ha desarrollado. No sea que a fuerza de preocuparnos por el futuro del Estado de bienestar acabemos destrozándolo.

Juan Antonio González Alonso

Oviedo

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