¡Vergüenza de la sanidad pública!
Impotencia... es lo que se siente cuando se padece la situación que voy a intentar resumir, puesto que en ella hay «mucho sufrimiento».
Escribo este artículo animada por mi padre, un minero jubilado que cotizó durante treinta y nueve años a la Seguridad Social y ésta le negó la atención de mi madre, mayor y enferma cuando más lo necesitaba.
Todo se remonta al 19 de enero, cuando mi madre acude al servicio de urgencias del Hospital de Cabueñes por una epigastralgia. Vuelve a acudir el 25 de abril con su dolor epigástrico de tres meses de evolución y con diagnóstico final de colelitiasis. Ese día se quedo en box de observación, siendo dada de alta al día siguiente y teniendo que solicitar consulta con cirugía preferente.
El 28 de abril consulta con el servicio de cirugía y le dan cita para el 13 de mayo para realizar una gastroscopia y el resultado en junio. Ese mismo día vuelve a acudir al área de urgencias por la noche, quedando ingresada, a las seis de la mañana, y es dada de alta el día 6 de mayo (o sea, al cabo de una semana), siendo diagnosticada de colelitiasis y cólico biliar (colelitiasis única de 2,5 cm) y quedando pendiente de revisión por cirugía para valorar indicación quirúrgica. El 22 de mayo vuelve a acudir a urgencias y se nos recomienda acudir a atención al paciente para intentar acelerar la consulta de cirugía. En atención al paciente le conciertan una cita para el servicio de cirugía para el día 24 de mayo y el cirujano que la atiende le comunica (palabras textuales) que «lo único que puedo hacer es poner preferente para realizar el preoperatorio, pero no soy futurólogo y no sé cuándo la van a llamar porque como usted hay mucha gente». Al salir de esta consulta mi madre nos dice: «No sabéis cuánto estoy sufriendo», y volvemos a acudir al área de urgencia, donde le administran más calmantes y donde, una vez más, vuelve a ser dada de alta, pendiente de ser llamada para realizar el preoperatorio.
Ante esta situación nos vimos obligados a recurrir a la sanidad privada, a través de la cual se realizó una intervención quirúrgica, al día siguiente de ser solicitada la consulta, el día 26 de mayo, y en tres días fue dada de alta y se solucionó el sufrimiento y el dolor que no quisieron solventar en la sanidad pública.
¡Eso sí, gracias a los ahorros de mis padres!
Escribo esta carta para que seamos conscientes de lo que nos espera con esta basura de sanidad pública y para remover la conciencia de quienes, en todo este proceso, hayan sido negligentes y hayan mostrado dejadez manifiesta en sus responsabilidades.
Presentina Suárez Menéndez
Gijón
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