El Gobierno que nos desgobierna
El mapa político de España está que arde. Más de 8.000 Ayuntamientos se constituyeron, a bombo y platillo, el pasado día 11 de junio, aunque, bien es verdad, que unos más que otros por las singularidades de las partituras que han tenido a bien interpretar. Algunas de estas interpretaciones chirrían demasiado y ya son muchos los que se escandalizan del poder que han adquirido ciertos grupos, nada fiables, por sus supuestas relaciones con una banda terrorista que ni quiero mencionar.
Los Parlamentos Autonómicos que les toca hacer sus relevos dispondrán, sin embargo, de todo el mes de junio.
El ministro de ministros y primer vicepresidente de gobierno, cabeza de la bicefalia gobernante, incombustible químico de carrera, y político de profesión, anda tan ocupado con los asuntos de sus primarias -que ya no lo son-, y de su futuro presidencial -que ya lo es-, que los importantes asuntos de Estado pendientes por resolver, y que tanto atañen y preocupan a los españoles, se pierden en la maraña de hilos con los que él y las poderosas cabezas de su partido intentan entretejer. Los resultados de todo ello lo estamos padeciendo a diario, con consecuencias que llegan a rallar en el escándalo.
Sobre sus espaldas pesan ya, demasiado, los años que lleva portando grandes sacos de cargos, informaciones, buenas y malas gestiones, afecciones y desafecciones, lealtades y traiciones.
El Presidente del Gobierno cada vez se parece más al Guadiana, con sus apariciones y desapariciones, y cuando reaparece, también lo hace la expresión de su rostro cambiada. El gesto cada vez es más duro, y sus ojos acristalados y sus apretados labios le acompañan siempre en el sentimiento. Su sonrisa del tan publicitado talante, se ha ido convirtiendo, poco a poco, en un afectado rictus, sombra de la insatisfacción, del fracaso de sus políticas, de la pérdida del poder y del duelo pasado por esa ministra niña de sus ojos- que tuvo que renunciar un día a presentarse como futurible candidata a la presidencia del gobierno.
Y sus sueños programáticos, venidos abajo, le han hecho gobernar creyéndose sus propias mentiras. Por eso, hoy, marioneta es. Por eso, hoy, son muchos los que manejan sus hilos, y como sabe que le queda poco tiempo de vida política, él se deja hacer.
Pero los descalabros económicos, sociales y políticos siguen su curso. Los resultados de las urnas no han sido suficientes para depurar los ambientes enrarecidos. Más bien da la impresión de que se van a contaminar aún más. Porque los políticos siguen a lo suyo, y quienes nos gobiernan también, pues continúan enredados en eternas precampañas electorales. Los efluvios del posible adelanto de las elecciones generales los tienen excitados, haciendoles actuar con la voracidad de aquellos que sienten una insaciable hambre de poder y se olvidan de que España sigue en la ruta de la quiebra.
Y entre todo ello, y antes y después de ello, el Tribunal Constitucional hace aguas por tantos sitios que está a punto de ahogarse en sus propios vertidos.
Adivinanza: El gobierno que nos gobierna desgobernado está ¿quién lo gobernará?
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