Renunciando al corporativismo médico
Suponiéndose unos principios al gremio de los médicos, al igual que se le supone el valor al soldado, estamos aceptando que el juramento hipocrático, los principios éticos y la aplicación de la ley de autonomía del paciente son conocidos y practicados por todos los profesionales de la medicina.
Con el paso del tiempo y tras 25 años de práctica médica afirmo con convencimiento que no todos los profesionales de esta rama de la ciencia, vocacional por excelencia, practican con los mismos criterios de conocimiento y entrega.
Comprobando in situ las imperfecciones del sistema sanitario al visitar como usuario diferentes estamentos de la sanidad pública (servicio de urgencias, pruebas diagnósticas invasivas, etcétera) he conocido la cara amarga de la medicina.
Residentes abandonados a su suerte, algunos iniciándose y otros completando su programa de formación, la mayoría de las veces sin supervisión de un adjunto responsable. Especialistas en formación donde el criterio de autoridad prima sobre el respeto a la autonomía del paciente. Donde las formas correctas de información conforme a la Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente (41/2002) son obviadas y consideradas como una traba de la administración a la practica de la medicina paternalista clásica.
Nuestro sistema de formación médica se tambalea, los profesionales de la medicina, a diferencia con otras carreras superiores, necesitan vocación aparte de sacar la mejor nota en el Bachiller. Se necesitan sistemas de selección que de la manera más objetiva contemplen estas cualidades vocacionales de los candidatos a formar parte del colectivo médico.
Los médicos adjuntos, muchos obligados a realizar guardias para mantener un salario digno, rechazan su labor docente buscando el confort de una guardia lo más cómoda posible.
El residente vive su propio programa de autoformación, dirigiendo cual capitán de la guerrilla los derroteros de una guardia hospitalaria, sin identificación en cuanto al nombre y grado, sin dudas, sin miedo. No existe lugar a la equivocación, todos los informes expresan la verdad absoluta, firmados con una rúbrica sin identificar, sin importarle las consecuencias, porque al fin y al cabo la consigna marcada es quitarse el paciente de encima.
Los tiempos están cambiando en la práctica de la medicina. Nuestros profesionales no pueden formarse ignorando los principios éticos básicos de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia. Si las facultades de Medicina contemplan en menor grado la enseñanza de estas materias, los hospitales (catedrales de la medicina) no deberían dejar pasar por alto estas cualidades básicas del buen médico.
Colegas de profesión, despertemos! El sistema está caduco, nuestros aprendices captan un mensaje equivocado de la buena praxis. No sólo los conocimientos científicos y las habilidades manuales forman parte del arte de la medicina. Los hospitales deben cumplir su objetivo, innovando en la ciencia y mejorando en la calidad humana.
Desde las direcciones médicas y las jefaturas de servicio hasta los adjuntos médicos deberíamos firmar un compromiso en cuanto al mantenimiento de los principios básicos de la medicina, la ayuda a la persona enferma.
José María Fernández Fernández, médico traumatólogo, Oviedo
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